Para el docente de economía, Luis Espinosa, la propuesta de uso de dinero electrónico en Ecuador no es la mejor alternativa. Explicó que este mecanismo es positivo cuando su aceptación entre los ciudadanos se da de manera natural y no por incentivos o promoción del Gobierno.
Según el especialista, los ecuatorianos han demostrado que no quieren este medio de pago, pues en 2015 las autoridades esperaban la apertura de unas 500 000 cuentas de dinero electrónico y apenas se han abierto 54 000.
Aseguró también que no es sano obligar a la permanencia de los dólares en el país, sino atraer de forma segura ese dinero a través de inversiones. No obstante, las condiciones actuales no fomentarían entre los empresarios ese interés.
El temor de los analistas, dijo Espinosa, radica en que al dar poder al Banco Central del Ecuador (BCE) para que maneje una política monetaria, se pondría en riesgo la dolarización que tiene como principal fortaleza impedir la emisión de moneda y, por ende, la devaluación de la misma.
Actualmente, la normativa ecuatoriana establece que por cada dólar electrónico debe existir un dólar físico. No obstante, esto está determinado por el BCE, que tiene la facultad de cambiarlo en cualquier momento. Eso permitiría la emisión inorgánica de moneda y finalmente una cotización distinta para los pagos en efectivo y los pagos en dólares electrónicos, generando el efecto de una moneda paralela.
Finalmente, Espinosa recalcó que no ve la necesidad del uso de dinero electrónico en Ecuador, puesto que tiene dos mecanismos similares que funcionan perfectamente como las tarjetas de débito y crédito, en el caso de estratos económicos medio y alto; y las tiendas como intermediarios con el banco, en estratos más bajos.