«El tiempo no está al lado del proceso de paz», dijo hoy Aronson, enviado especial de Estados Unidos para el proceso de paz en Colombia sobre las negociaciones que hace casi cuatro años llevan a cabo el Gobierno de Bogotá y las FARC.
En un foro celebrado en el Consejo de Relaciones Exteriores, en Nueva York, Aronson reconoció los avances en varios temas, pero también reflejó el impasse en la mesa de negociación que impidió que el pasado 23 de marzo se firmara el acuerdo que pondría fin a un conflicto de cinco décadas.
El esperado acuerdo no se logró por desacuerdos sobre en qué zonas estarían concentradas las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y cómo se daría el proceso de desarme, asuntos que «están sobre la mesa».
«No se logró la fecha del 23 de marzo», periodo establecido por el presidente Juan Manuel Santos y el líder máximo de las FARC, Rodrigo Londoño, alias «Timochenko».
Santos ha exigido, tras no lograrse la meta, que las FARC señalen «una fecha fija, precisa y clara para que termine el proceso de desarme», una vez firmado el acuerdo de paz, recordó el diplomático estadounidense.
Anderson afirmó que todos «trabajaron duro para ello, pero todo el mundo está comprometido» con continuar las negociaciones, y mencionó además durante el foro la preocupación de las FARC por el desarme y quiénes integrarán el tribunal que juzgará y sancionará a los responsables de los delitos más graves y representativos, cometidos por ambas partes.
«Hay preocupación de la FARC en tener visibilidad en asuntos como la amnistía y seguridad» luego de la firma del acuerdo, dijo el diplomático, que reiteró el compromiso de EE.UU. para lograr el acuerdo y ponerlo en marcha.
Ese respaldo se afianzó más el pasado febrero cuando el presidente Barack Obama prometió 450 millones de dólares para apoyar ese proceso.
El enviado especial participó en el foro junto a Cynthia Arnson, directora del programa para América Latina del Woodrow Wilson International Center for Scholars, y Daniel Restrepo, asistente especial de Obama y director para Asuntos del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional.
Los participantes coincidieron que un gran reto para Colombia será poner en marcha este acuerdo de paz, una vez firmado.
«Un punto importante es que es un país donde el 70 por ciento vive en la zona rural y es donde el conflicto tiene lugar, donde los paramilitares han matado civiles por décadas. Ellos quieren que termine el conflicto, reconciliación y que haya oportunidades», dijo Arnson, quien destacó la situación económica que afronta ahora ese país.
Tanto Arnson como Restrepo destacaron que uno de los puntos más difíciles de un proceso de paz es el tema de la impunidad y que los guerrilleros puedan participar en la política.
«Uno de los retos del proceso es el tribunal», señaló Restrepo.
Arnson destacó además que, tras lograrse el acuerdo, tomará unos seis años reintegrar a la sociedad y adiestrar a los ahora guerrilleros.