Durante el 2015 ingresaron 189 cadáveres al Departamento de Medicina Legal como no identificados o N.N., de los cuales, el 80 % ha sido plenamente reconocido, con el apoyo de modernas herramientas técnicas científicas, como la dactiloscopia, ADN, Antropología y Odontología Forense. Sin embargo, el 20 % de los N.N., al no registrar datos en los estudios comparativos, fueron sepultados.

El sargento Esteban Macanchi, funcionario de la sección de Antropología Forense e Identidad Humana, del Departamento Médico Legal de la Policía Judicial de Pichincha, destacó que del número total de cuerpos ingresados, 152 fueron identificados y entregados a sus familiares de origen nacional o extranjero. Luego de agotar todas las pericias técnicas científicas y comparativas, 37 cadáveres no pudieron ser identificados y fueron enterrados en un cementerio asignado por la entidad policial.

El sargento destacó que en el 2015, en coordinación con diferentes embajadas, se repatrió a alrededor de 30 cadáveres extranjeros a sus países de origen como Arabia Saudita, Alemania, Rusia, Perú, Cuba, Australia, Estados Unidos, Rumania y Rusia.

Adicionalmente, sostuvo que la Ley faculta al Departamento Forense, para que en el lapso de 30 días los denominados N.N. sean inhumados, sin embargo, no se realiza aquello ni tampoco se dona los restos a universidades ya que Medicina Legal los mantiene por 90 días y posterior a ello los sepulta.

El proceso de entierro es para darle un trato digno, detalla Macanchi. Luego, cada cadáver N.N. es etiquetado, envuelto en funda de polietileno, con una numeración específica que se coloca también en el féretro de metal correspondiente, para lograr una mayor preservación, en el caso de que alguien lo reclame tras ser enterrado. Cada difunto es inhumado de forma individual en nichos o tumbas separadas que llevan escrita la numeración correspondiente.

Macanchi explicó que la función de identificación de los cadáveres N.N. utiliza dos herramientas clave para su identificación: la comparación biométrica ante mortem, que corresponde a los desaparecidos, y la información post mortem de los cadáveres no identificados.

“Cada cuerpo ingresado al Laboratorio tiene un trato digno durante todo el proceso”, resaltó el oficial. Es trasladado a la sección de Tanatología Forense, donde es ubicado sobre una camilla metálica con el fin de realizar el estudio correspondiente. En el primer análisis que realizan los forenses especializados no se incluye una intervención quirúrgica. Se realiza una ficha biométrica pos mortem y fotografías para buscar un indicio que pueda determinar la identidad del sujeto.

Con este trabajo, se obtienen huellas, rasgos faciales, marcas de tatuajes, entre otros. Esta información es enviada a un estudio específico que utiliza varios sistemas con los cuales se coteja las muestras recopiladas en la primera etapa con la base de datos de desaparecidos registrados con herramientas como: identificación mediante las huellas dactilares (AFIS), Identificación biométrica del rostro de la persona (ABIS), Antropología que analiza los huesos, Odontología, que estudia las piezas bucales; y, Genética Forense o ADN, que busca coincidencias a través de una muestra de sangre.

De haber alguna coincidencia se logra dar una identidad al difunto. Además, esta información es comparada con la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), a los familiares, o de ser el caso, a su país de origen mediante la Interpol, consulados o embajadas, para determinar la causa de la muerte, mediante una autopsia. De lo contrario, la Fiscalía debe enviar una autorización para que los médicos examinen el cuerpo.

El fin de todo el trabajo policial y civil de estas entidades es entregar respuestas concretas a los familiares de los fallecidos para que puedan realizar un entierro digno y también para entregar pruebas concluyentes que permitan a las unidades competentes, hallar las causas de los decesos.