Los legisladores chinos dieron el visto bueno a una enmienda a la Ley de Población y Planificación Familiar que cierra más de tres décadas de una estricta y controvertida política demográfica en el país más poblado del mundo.
El máximo órgano legislativo chino ratificó al cierre de su sesión bimensual la decisión adoptada por el Partido Comunista de China (PCCh) el pasado 29 de octubre, cuando se anunció la histórica medida.
La política del «hijo único» ya fue relajada en diciembre de 2013 con una ampliación del número de excepciones en las que una pareja podía tener un segundo vástago, por lo que la enmienda de hoy supone un paso más en esa tendencia.
El régimen comunista puso en marcha esa política en 1979 para reducir los problemas de superpoblación del país y desde entonces ha tenido diferentes periodos de aplicación más o menos laxa.
Los expertos estiman que como consecuencia de esa estricta legislación se han evitado unos 400 millones de nacimientos en China, que actualmente cuenta con algo más de 1.300 millones de habitantes, aunque también ha propiciado un envejecimiento de la población.
El Gobierno chino siempre defendió que restringir a un solo hijo la descendencia de las parejas hizo posible el desarrollo económico del país y la salida de la pobreza de millones de personas.
Sin embargo, esa política ha provocado múltiples abortos forzados, ha privado de educación o sanidad a «segundos» o «terceros» hijos y hasta confinamientos en cárceles no oficiales para los progenitores que la incumplían, según las denuncias de personas que tuvieron más de un descendiente.