Soldados y vehículos militares se tomaron la Plaza de Murillo de La Paz, en Bolivia, mientras una parte de las tropas irrumpieron en la sede de Gobierno, denominada Palacio Quemado, la tarde del miércoles en lo que fue el intento de golpe de Estado.
El levantamiento fue protagonizado por Juan José Zúñiga, excomandante del Ejército de ese país y destituido el pasado martes, quien señaló que, con esto, buscaba el regreso de la democracia.
Por otro lado, en una primera intervención, el presidente, Luis Arce, aseguró estar listo para frenar cualquier acto que atente contra la institucionalidad del Estado. Minutos más tarde, destituyó a la cúpula de las Fuerzas Armadas y tomó juramento de los nuevos altos mandos, a quienes exhortó a evitar violaciones a la Constitución.
Al asumir como nuevo comandante en Jefe del Ejército boliviano, José Sánchez, ordenó a los militares a regresar a sus unidades e instó a Juan José Zúñiga a no permitir que “se derrame sangre” inocente.
Luego del cambio de la cúpula militar, Zúñiga se retiró de la Plaza Murillo en un vehículo blindado, mientras el resto de soldados dejaron el sitio.
Un día después, el Gobierno de Bolivia confirmó la detención de 17 personas, entre militares en servicio activo y pasivo, además de civiles, que participaron en el intento de Golpe de Estado del pasado miércoles. Entre ellos, se incluyen Juan José Zúñiga, excomandante del Ejército de Bolivia, y el excomandante de la Armada, Juan Arnez, quienes serán imputados por terrorismo y alzamiento armado.
Este hecho fue condenado por varios actores de la comunidad internacional como Colombia, Chile, Perú, Ecuador y demás naciones.
El intento de golpe de Estado fue rechazado también por Luis Almagro, secretario general de la OEA, quien enfatizó que no se tolerará ninguna forma de vulneración al orden constitucional en Bolivia, ni en ningún otro país.
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