De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), desde 1975, la tasa de obesidad se ha triplicado, y ha aumentado casi cinco veces en niños y adolescentes. De hecho, América tiene la prevalencia más alta de sobrepeso con un 64.1% en hombres, y un 60% en mujeres.
Una estimación, para nada alentadora, afirma que, para 2035, cerca de dos mil millones de personas vivirían con obesidad, es decir, uno de cada cuatro individuos.
Para explicar aquellos factores que favorecerían al aumento de peso, un grupo de investigadores en la Universidad Memorial de Terranova, en Canadá, evidenciaron el proceso por el que el cerebro lleva a las personas a un “círculo vicioso” en el que se alimentan más allá de lo que deberían.
Y es que los especialistas encontraron una relación entre el consumo de dietas altas en grasa con la inflamación del hipotálamo, una parte del cerebro que regula la sensación de hambre. Sin embargo, hacen una distinción entre las grasas saludables como los frutos secos o el aceite de oliva, y el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados con altos niveles de grasas.
Estos últimos son los que generan la inflación en el hipotálamo y el posterior apetito desmedido, debido a la activación de la hormona MHC. Estudiando a ratones, los autores del estudio comprobaron que, modificándolos genéticamente, se eliminaron los receptores que activaban la hormona antes mencionada, quedando protegidas frente a la obesidad.
Pese a esto, reconocen que este tipo de cambios genéticos sería radical, por lo cual plantearon la necesidad de realizar pruebas de seguridad, y analizar posibles efectos secundarios antes de utilizar esta técnica.
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