En su informe sobre el mercado petrolero para los cinco próximos años publicado hoy, la AIE justifica esta perspectiva de precios bajos por «abundancia de recursos» actuales, pero también por la «tremenda innovación técnica» que permite a las compañías del sector sacar crudo suplementario al mercado a un costo netamente inferior al de hace unos años.
Reconoce que en la última parte del periodo de su previsión (2016-2021) hay un «riesgo» de un tirón en la cotización del petróleo por efecto de una insuficiente inversión en la exploración y la producción (se espera que vuelva a caer un 17 % en 2016 tras el 24 % constatado en 2015).
Pero la AIE también hace notar que debido a cambios tecnológicos y de organización, los costos de extracción se han reducido (casi un 26 % en Estados Unidos en poco más de un año).
Sobre la demanda global, estima que va a incrementarse a un ritmo medio del 1,2 % anual de aquí a 2021 (el listón simbólico de los 100 millones de barriles diarios se superará en 2019 ó 2020), que es medio punto porcentual inferior al 1,7 % registrado entre 2009 y 2015.
La agencia, que reúne a los grandes consumidores de energía del mundo desarrollado, advierte de que no hay que esperar que un barril a 30 dólares siga estimulando esa progresión, como ocurrió en 2015.
El grueso del aumento del consumo vendrá de los países asiáticos que, si se excluyen Japón y Corea del Sur, pasarán de absorber 23,7 millones de barriles en 2015 a 28,9 millones en 2021. Sólo China, ya necesitará 13,6 millones de barriles ese último año, 2,5 millones más que en 2015.
La otra cara de la moneda son los países de la OCDE y en particular los europeos, con caídas del consumo allí en esos cinco años de 500.000 barriles diarios (hasta los 13,1 millones de barriles).
Por el lado de la oferta, Estados Unidos e Irán van a ser los países que más van a incrementar su producción.
Gracias en particular a la tecnología para explotar los yacimientos de esquisto, la producción estadounidense ha pasado de 5 millones de barriles diarios en 2008 a 9,4 millones en 2015.
Y aunque el hundimiento del precio ha puesto fin a esa progresión (a comienzos de febrero se extraían cerca de 9 millones diarios), la AIE aventura que para 2021 Estados Unidos pondrá en el mercado 1,3 millones de barriles suplementarios respecto a 2015.
En el caso de Irán, el fin del embargo debería suponer que la extracción de crudo se incremente en un millón de barriles diarios para llegar a 3,9 millones en 2021.
La agencia ha corregido a la baja, respecto a su informe del pasado año, sus expectativas de producción de Brasil por el impacto de los bajos precios, pero también del escándalo de corrupción en Petrobras. En cualquier caso, el gigante latinoamericano será uno de los que experimentará mayor progresión: de 2,5 millones de barriles diarios en 2015 a 3,4 millones en 2021.
En el otro extremo, Rusia verá su producción reducida a 10,8 millones de barriles diarios en 2021, lo que significará 275.000 barriles menos que su récord de 2015 en razón del declive de pozos maduros que no se verán compensados con otros nuevos donde las inversiones se han aplazado.
México, por su parte, debería continuar en su línea descendente y pasar de los 2,6 millones de barriles diarios de 2015 a unos 2,4 millones en 2018, que tendría que marcar un punto de estabilización a partir de entonces.
En cuanto a Venezuela, la AIE estima que el severo recorte en las inversiones (las previstas por PVDSA para 2016 son un 63 % inferiores a las del pasado año) acarreará un estancamiento de sus volúmenes de extracción (2,42 millones de barriles diarios en 2021 frente a los 2,46 millones de 2015).
En términos globales, el hundimiento del barril de crudo ha supuesto para los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) pasar de 1,2 billones de dólares de ingresos en 2012 a 500.000 millones en 2015, que se quedarán en unos 320.000 millones este ejercicio si el precio se mantiene a los niveles actuales.