El islam encierra una «ideología política» que, en su versión ortodoxa, es incluso anticonstitucional, según el programa del partido Alternativa por Alemania (AfD), aprobado por el congreso federal celebrado este fin de semana en Stuttgart (sur).
«Un islam ortodoxo, que no respeta nuestro orden y pretende combatirlo, que aspira a imponer su religión, no es constitucional», apunta la moción aprobada por gran mayoría de los 2.000 delegados de la AfD, con el título «El islam no es parte de Alemania».
Este enunciado es una afrenta a los cuatro millones de musulmanes del país, hacia la línea integradora de la gran coalición de Merkel y también hacia los dos últimos presidentes -el conservador Christian Wulff y el independiente Joachim Gauck-, quienes han proclamado en repetidas veces que el islam es parte de Alemania.
La AfD, formación emergente apuntalada en el voto de castigo contra los refugiados, se decantó así sin disimulos por la vía islamófoba, en un congreso salpicado por acciones hostiles de manifestantes izquierdistas y el caos organizativo.
A los retrasos del sábado por los conatos de bloqueo de los accesos a su recinto ferial -con 500 izquierdistas detenidos de un total de 1.500 manifestantes- siguieron discusiones interminables, entre pronunciamientos xenófobos y llamadas a la moderación.
El capítulo del islam generó encendidas intervenciones hoy, después de que el sábado se respaldara una moción abogando por la «disolución o reforma en profundidad» de la Unión Europea (UE).
A este giro hacia los orígenes euroescépticos de la AfD, fundada en 2013, siguieron pronunciamientos definiendo al islam como «pura ideología política».
El rechazo al islam fue defendido por la eurodiputada y vicepresidenta de la AfD Beatrix von Storch, quien tuvo que acabar frenando a los partidarios de prohibir la inmigración musulmana.
«No pretenderán expulsar a todos los musulmanes», atajó von Storch, cuando la discusión iba en esa dirección, mientras la presidenta del partido, Frauke Petry, insistía en que la AfD predica la «neutralidad religiosa».
«Estamos en contra del adoctrinamiento fundamentalista, sea católico o musulmán. El problema es que esta influencia no se da, en el ámbito cristiano, con la fuerza que adopta en el islam», defendió Petry, en un aparte del congreso ante un grupo de periodistas.
La líder del partido, quien acudía al congreso presionada por su ala radical, se refirió así al supuesto control que ejercen sobre las clases de religión en Alemania «consejos islámicos pagados por (Recep Tayyip) Erdogan», presidente de un país, Turquía, al que la AfD niega pueda ingresar nunca en la UE.
El congreso respaldó también la prohibición de los minaretes, el burka y el uso del pañuelo islámico en la escuela, considerados símbolos que implican una presencia pública excesiva de la religión.
La AfD reanudó sus sesiones el domingo sin incidentes, después de las detenciones temporales del sábado de izquierdistas que tratar de bloquear los accesos al recinto ferial donde estaban reunidos.
Los arrestados quedaron en libertad la noche del sábado y hoy hubo de nuevo alguna escaramuza en los aledaños del acto central del Primero de Mayo convocado por la Confederación de los Sindicatos Alemanes (DGB), precisamente el centro de Stuttgart.
Desde la presidencia de la AfD se denunció lo que califica de «acoso político continuado» sobre la formación, así como la filtración en un portal de internet de signo izquierdista de los nombres, apellidos y números de teléfono de los delegados.
El congreso quedó lastrado por mociones reiterativas y debates interminables en torno al programa del partido, al que su co-presidente, Jörg Meuthen, definió como representante de un «patriotismo sin complejos», dispuesto a «presentar resistencia a la llegada incontrolada de inmigración de otras culturas».
La presencia en sus filas de declarados neonazis -el congreso aprobó la disolución de su dirección en el «Land» del Sarre por ser un foco ultraderechista- no han minado su potencial electoral.
Un sondeo de este domingo situaba a la AfD en el 13 % de los votos, de celebrarse ahora elecciones generales, como tercera fuerza tras los conservadores de Merkel y sus socios socialdemócratas -con un 33 % y un 22 %, respectivamente-, y por delante de Verdes y La Izquierda -12 % y 9 %-.