El Consejo Superior de las Naciones Unidas solicitó la retirada de todos los efectivos militares de la central nuclear de Zaporiyia, mientras Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de los ataques que se han ejecutado este mes.
Por su parte, Kiev, la capital ucraniana, pidió al Organismo Internacional para la Energía Atómica que considere la posibilidad de establecer una presencia permanente hasta que el país recupere el control de la planta.
«La instalación no debe utilizarse como parte de ninguna operación militar, y debe alcanzarse un acuerdo sobre un perímetro seguro de desmilitarización que garantice la seguridad de la zona. Lamentablemente, a pesar de las numerosas llamadas, en lugar de una desescalada, seguimos viendo informes casi diarios de incidentes alarmantes relacionados con la planta», dijo Rosemary DiCarlo subsecretaria general para asuntos políticos y de establecimiento de la paz.
Mientras tanto, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, hizo un llamado a que Rusia para que “detenga el chantaje nuclear” y se retire “por completo” de la planta atómica.
Frente a esto, varios países han manifestado sus temores ante la posibilidad de un desastre en la mayor central nuclear de Europa. Desde principios de marzo, Zaporiyia está ocupada por el ejército ruso y ha sido el objetivo de recurrentes bombardeos. Rusia adjudica los bombardeos a Ucrania y viceversa.
Desde junio, el Organismo Internacional para la Energía Atómica lleva tratando de enviar una misión de expertos para evaluar la situación de la central. Rusia, en control de la planta, asegura que la visita podrá realizarse a finales de septiembre y alega preparativos técnicos para el retraso.
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