Figuras como el exprisionero político José Daniel Ferrer y el opositor moderado Manuel Cuesta Morúa se ubican en el grupo de los optimistas que confían en lograr una apertura democrática en la isla con el apoyo de EE.UU.; mientras que las Damas de Blanco, lideradas por Berta Soler, entre otros, lideran el bando de los críticos con la nueva política estadounidense hacia Cuba.
La próxima visita de Obama a Cuba, la primera de un gobernante de EE.UU a la isla en 88 años, pondrá de relieve esas diferentes posturas, ante el previsible encuentro entre representantes de la disidencia con el mandatario, que pretende incidir en ese viaje en la necesidad de mejorar la situación de los derechos humanos.
Entre las voces partidarias de aprovechar el nuevo contexto está Cuesta Morúa, del moderado Arco Progresista, quien opina que el deshielo con EE.UU. «abre más oportunidades para que la comunidad prodemocrática tenga más espacio y un ambiente más calmado para hacer lo que hace falta en democracia, que es dialogar».
A su juicio, Cuba está abocada a dar más espacios y a escuchar a la sociedad civil, como consecuencia del «desgaste del régimen que no tiene discurso ni retórica» y del propio «cansancio de la población, que no ve esperanza de mejoras».
Para Cuesta Morúa, la oposición interna debe servirse de los resquicios del sistema para promover cambios «desde dentro» y encaminar una transición a la que se vayan sumando apoyos ciudadanos; postura que también defiende el exprisionero político José Daniel Ferrer, al frente de la disidente Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).
El líder de UNPACU, cuyo ámbito de acción es el oriente del país, señaló que el restablecimiento de relaciones con EE.UU. desembocará a largo plazo en cambios dentro de Cuba, «que ya se han empezado a notar».
De la visita de Obama espera algún «mensaje solidario» hacia el pueblo cubano y los activistas que son acosados por defender los derechos humanos.
«Apoyamos este proceso y tenemos esperanzas. La inmensa mayoría de la población también lo apoya y no seríamos consecuentes en nuestro objetivo de ser voz del conjunto de la sociedad cubana, si nos opusiéramos a la nueva relación con EE.UU.», precisó.
Ambos son los nombres más conocidos detrás del proyecto iniciativa #Otro18 -en referencia al 2018, año en el que el actual presidente Raúl Castro dejará el poder-, que pretende, desde la iniciativa ciudadana, promover cambios democráticos aprovechando la nueva etapa con EE.UU.
Entre sus propuestas figuran una nueva ley electoral que permita postular a candidatos libremente, sin estar vinculados al Partido Comunista de Cuba, una ley de asociaciones que elimine las restricciones de la actual o la creación de un registro electoral público.
En el otro lado, se sitúan los grupos que integran la iniciativa #TodosMarchamos, entre los que destacan las Damas de Blanco, que convoca marchas pacíficas cada domingo para pedir la liberación de todos los presos políticos y el respeto a los derechos humanos y políticamente defienden un «cambio radical» frente a las reformas.
En declaraciones a Efe, la líder de las Damas de Blanco, Berta Soler, denunció un aumento de la represión en los últimos meses contra «manifestantes pacíficos», que son víctimas de «golpizas, robos y vejaciones» por parte de la seguridad del Estado.
«Estamos preocupadas porque el presidente Obama dijo que solo vendría a Cuba si veía avances en materia de derechos humanos, algo que no ha sucedido», señaló Soler, quien desea que el mandatario se reúna con activistas para conocer de primera mano la represión, acentuada en los últimos meses.
Según la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, solo en los dos primeros meses del año se produjeron al menos 2.555 arrestos por motivos políticos, lo que supone cifras mensuales de las más altas de la última década.
Este grupo, liderado por Elizardo Sánchez y el único que hace recuento de estos incidentes, apunta a un cambio en la estrategia represiva del Gobierno de Raúl Castro, basada en un aumento de las detenciones de activistas, en muchos casos con violencia, pero solo por unas horas.
«Este nuevo método de represión sirve de alerta para el resto de la población, pero al no haber juicios sin garantías ni largas condenas, el Gobierno cubano no compromete su imagen de cara a la comunidad internacional, en este momento de apertura al exterior y diálogo con cada vez más países», indicó la periodista independiente Miriam Leiva.