La 88 edición de los Óscar, que se celebró este domingo en Los Ángeles (EE.UU.), fue seguida a través de la televisión por 34,3 millones de personas, lo que supone la audiencia más baja de los premios de la Academia de Hollywood desde 2008, según las cifras publicadas por Nielsen.

La gala, que fue presentada por el comediante Chris Rock y que coronó a «Spotlight» como mejor filme, obtuvo un índice de audiencia del 10,4 % entre el público adulto de 18 a 49 años.

Los Óscar de 2015, que tuvieron a Neil Patrick Harris como maestro de ceremonias, consiguieron un mejor resultado que los de este año dado que registraron una audiencia de 37,3 millones de espectadores con una cuota de pantalla del 11 %.

La edición de este domingo marca además el peor resultado televisivo para los Óscar desde 2008, cuando 32 millones de personas se congregaron para seguir los premios presentados por Jon Stewart.

De acuerdo con los datos reflejados hoy por el medio especializado Deadline, la gala de 2014, con Ellen DeGeneres como conductora, se mantiene como la más vista de las celebradas en el siglo XXI al atraer 43,7 millones de espectadores.

La 88 edición de los Óscar tuvo lugar este domingo envuelta en la polémica por la falta de diversidad entre los nominados, ya que, por segundo año consecutivo, no hubo actores negros nominados en las categorías de interpretación.

Este hecho provocó la amenaza de un boicot por parte de la comunidad negra y hoy, tras conocerse los datos de la audiencia, responsables de la protesta aseguraron que sus acciones de rechazo motivaron en parte los malos resultados televisivos.

«El apagón a los ‘Óscars blancos’ este año fue un éxito fantástico», dijeron hoy Earl Ofari Hutchinson, presidente de la Mesa Redonda de Política Urbana de Los Ángeles, y Najee Ali, presidente del Proyecto de Esperanza Islámica, informó el medio especializado Deadline.

Como parte de los que organizaron el boicot a los Óscar, Ofari Hutchinson y Ali indicaron que, si no hay cambios para favorecer la diversidad en Hollywood, el siguiente paso será organizar «un apagón» dirigido a los anunciantes televisivos.