Parecía un disco atado a la tristeza de una ruptura. Parecía que sus versos iban a ser una suerte de cronología del desastre, una página en la que encontrar todas las respuestas a sus aventuras grises. Parecía que Taylor Swift iba a regresar a las andadas del desastre amoroso, pero ha terminado apuntando con una pistola a todos los miembros de su universo sonoro. The Tortured Poets Deparment se filtró un par de días antes de su lanzamiento, programado para el pasado viernes, pero la cantante estadounidense sorprendió (su especialidad) al anunciar un doble álbum, The Tortured Poets Deparment: The Anthology, compuesto por un total de 31 canciones (más de dos horas de disfrute swiftie).
El doble álbum se ha convertido, no sólo en el disco más reproducido en un día en lo que llevamos de 2024 en Spotify, también ha superado con creces las cifras de escucha que la artista consiguió con Midnights (2022), un disco con el que ya quebró varios récords. En cuestión de 24 horas, The Tortured Poets Deparment: The Anthology recibió 313,7 millones de escuchas en la plataforma, convirtiéndose en el primer álbum en la historia en superar los 300 millones de reproducciones en la app. La canción Fortnight, junto a Post Malone, recibió más de 25 millones de escuchas, un récord histórico de reproducciones en la historia de la plataforma.
Cada nuevo proyecto musical de la cantante se traduce en una suerte de Excel numérico en el que se enarbolan todos los sinónimos del éxito. Récord tras récord, tras récord tras récord. Swift sólo encuentra competencia en sí misma. Cada nuevo disco es una oportunidad de pulverizar sus números y estadísticas previas. Una carrera con un único participante que la lleva a estar jugando en su propia liga. Para hablar de su providencia musical, sus profesores de la escuela han sido entrevistados por la cadena estadounidense CBS. Sus profesoras, Barbara Kolvek -la de música- y Heather Brown -la de tercero de primaria- manifestaron lo orgullosas que estaban de su antigua alumna.
Barbara reveló que Taylor “siempre estaba escribiendo poesía, siempre. Incluso en clase de música, aunque no debiera”, comentó a la cadena estadounidense entre risas. Al repasar los anuarios, Taylor alegó en el primer año de escuela que quería ser agente de bolsa, una decisión que cambió 365 días después, cuando alegó que prefería ser cantante. “Siento que le di un poco de chispa y ánimo para hacer lo que estaba haciendo”, añadió Kolvek. “Todo lo que toca se convierte en oro, estoy deseando ver qué es lo siguiente”, comentó Heather.
“Cuando sale al escenario y todo el mundo grita ‘¡Taylor!’ es como si yo fuera su profesora”, añadió Heather. “Le decía lo orgullosa que estaba de ella y que nunca había perdido la concentración ni lo auténtica que es. Siempre ha sido muy honesta y abierta, eso es algo que admiro en ella”, concluyó Barbara.
Una poeta torturada
En The Tortured Poets Deparment, Taylor Swift habla de amor, de rupturas, de expectativas desmedidas, de situationships (romances que no llegan a ser relaciones consolidadas pero que duelen casi tanto como andar sobre piedras calientes), de odio, de la depresión y de todas las emociones que han alimentado su psique en los dos últimos años. Su disco es una apertura hacia la mente de una de las grandes estrellas globales en su peak, en la cima de su carrera, y todo lo que ello conlleva. Titulares, paparazzi, críticas, alabanzas y todo un séquito de seguidores que inspeccionan con lupa cada uno de sus pasos, errores y aciertos.
Con humor, con rabia y con enfado: Swift reparte a diestro y siniestro, una de sus artes ancestrales más laureadas. Se mete con los fanes que no respetan sus decisiones amorosas, con su expareja Joe Alwyn por llevarla al borde de su depresión, con Matt Healy, cantante de la banda The 1975 con el que tuvo un tórrido romance, por no elegirla y romperle el corazón… La cantante estadounidense no deja títere con cabeza en un álbum que ha generado opiniones diversas. Algunos lo consideran un clásico instantáneo (como en el caso de la revista Rolling Stone, que lo eleva a uno de los discos más personales de la artista) y otros creen que la cantante ha entrado en un bucle de productividad y de escasa originalidad (como en el caso de The Sydney Morning Herald, que cree que Swift debería tomarse un descanso). Lloro mucho, pero soy productiva, como ella misma entona en I Can Do It With A Broken Heart.
The Tortured Poets Department, sin embargo, parece una suerte de exorcismo, de catarsis, de revelación y liberación. Va más allá de la predilección de la artista de buscar una revancha lírica. “Nunca he necesitado tanto componer canciones como en Tortured Poets”, declaró en uno de los conciertos de The Eras Tour en Melbourne. Taylor ha empleado su pluma (virtual) para despojarse de los recuerdos de una relación cuya ruptura conmocionó al mundo y que, por las pistas previas que Swift está dando, parece no haber sido tan idílica como aparentaba. The Tortured Poets Department es una creación a tres manos: Swift, Jack Antonoff, su mano derecha en el estudio, y Aaron Dessner (el virtuoso productor que colaboró con la estadounidense en Folklore y Evermore, dos de los discos más laureados de la cantante por sus descriptivas letras).