Mick Jagger, el legendario líder de los Rolling Stones, cantó una vez «qué fastidio es envejecer», sin embargo, la más veterana de las estrellas de rock británicas cumple 80 años este miércoles y no parece decidido a pisar el freno.
Fiel a su estilo, que lo ha llevado a bailar y brincar desenfrenadamente por los escenarios de todo el mundo, prevé celebrar su cumpleaños con una gran fiesta al suroeste de Londres, según la prensa británica.
Ícono de la rebelión, símbolo sexual, descarado y provocador, Jagger lleva décadas haciendo correr tinta con sus excesos y sus amoríos.
Sigue enardeciendo a estadios abarrotados con sus endiablados contoneos, pero en 2019 tuvo que someterse a una operación de corazón.
Sin embargo, su rutina a base de yoga, kick-boxing y bicicleta, combinada con zumos de hierbas, fruta y vitaminas ha preservado su esbelta figura y su forma física.
Los Rollings realizaron recientemente una gira por Europa, bautizada «Sixty», para conmemorar su 60 aniversario, por primera vez sin el batería Charlie Watts, que falleció en 2021.
Los miembros restantes de la banda prevén lanzar un nuevo disco en homenaje a él este año. Será su primer álbum de material original desde «A Bigger Bang» en 2005.
Según la prensa, contará con la participación de Paul McCartney y del exbajista Bill Wyman, de 86 años, más de tres décadas después de que abandonara el grupo.
Londres contracultural de los años 1960
Con canciones como «Jumpin’ Jack Flash», «Gimme Shelter», «Sympathy for the Devil» y «Not Fade Away», los Rolling Stones contribuyeron a la explosión cultural y social de los años 1960 en el Reino Unido.
Eran admirados, perseguidos por las chicas y vigilados de cerca por la policía.
Para Jagger era una vida a 2 mil años luz de sus orígenes, como cantó en «2000 Light Years from Home».
Michael Philip Jagger nació el 26 de julio de 1943 en Dartford, al sur de Londres, en el seno de una corriente familia de clase media. Hijo de una peluquera y un profesor de educación física, no estaba predestinado a dedicarse a la música.
Ingresó en la prestigiosa London School of Economics (LSE) en 1961, pero pronto se cansó de los cursos de finanzas y se centró en su pasión por el blues.
Empezó a tocar con su amigo de infancia Keith Richards en 1960 y en 1962 formaron con Brian Jones y Ian Steward The Rollin’ Stones, que se convirtió en The Rolling Stones en 1963, sumando a Wyman y Watts.
En 1965, la banda lanzó «(I Can’t Get No) Satisfaction», que los catapultó a la fama.
Alcanzaron tanto éxito como los Beatles, de quienes sin quererlo se convirtieron en rivales debido a sus estilos diametralmente opuestos. Una campaña de marketing hábilmente orquestada opuso su imagen de «chicos malos» con la de «chicos buenos» de los cuatro de Liverpool.
La banda se hizo tan famosa por sus desmadres en el escenario como fuera de él, con consumo de drogas y una vida sexual desenfrenada.
Jagger y Richards fueron condenados por las drogas en 1967 y Jones pagó el precio más alto, ahogándose en su piscina en 1969.
«No entendí lo suficiente su adicción a las drogas», reconoció Jagger en 1995. «Cosas como el LSD eran nuevas. Nadie conocía los daños. La gente pensaba que la cocaína era buena», afirmó.
En 2003, la reina Isabel II evitó ennoblecer personalmente a Jagger «por sus servicios a la música», dejando que fuera su hijo Carlos quien lo condecorara como «Sir Mick».
Pero desde hace tiempo, el millonario Jagger (su fortuna se estimaba en 310 millones de libras o 395 millones de dólares, según el Sunday Times en 2021) ya no es el «chico malo» de sus inicios.
Se le ve a menudo en el estadio de Lord’s, siguiendo los partidos del equipo inglés de críquet.
En 2016, se convirtió en padre por octava vez, cuando la bailarina estadounidense Melanie Hamrick, su pareja desde 2014, dio a luz a un niño. Jagger tiene otros siete hijos de cuatro relaciones anteriores.