Taylor Swift, Beyoncé, C. Tangana, Bad Gyal… y ahora Olivia Rodrigo. El documental que busca mostrar los entresijos de las giras más populares de los últimos años ha encontrado su próxima víctima (o participante). La cantante estadounidense ha anunciado que su gira GUTS: World Tour, con la que visitó Madrid y Barcelona el pasado mes de junio, se mostrará en una película que llega a Netflix el próximo 29 de octubre.
La noticia sigue en pañales, pero todo apunta a que la cinta se enfocará en el concierto de Los Ángeles (como ya ocurriera con la película de The Eras Tour). Con todas las entradas vendidas, Rodrigo se enfrenta a su público (pues nació en California) en una de las noches más especiales de una gira que la ha consagrado como intérprete y compositora. El lanzamiento de su segundo disco, GUTS (2023), ha sido un evento canónico que la ha elevado más allá de la categoría de ‘exchica Disney’.
Artista del Año en 2021 según la revista Time. Nominada a siete GRAMMYs por Sour, su primer álbum, de los cuales se acabó llevando tres galardones a casa: el de mejor disco pop, el de mejor nuevo artista y el de mejor canción pop en solitario con drivers license. La hemeroteca de la cantante estadounidense comenzó a erigirse hace un par de años (por aquel entonces exprimía sus dotes interpretativas en High School Musical: El musical: La serie), pero su construcción está más que avanzada.
Sour fue un éxito repentino y rotundo. Rodrigo consiguió encapsular a la perfección la magia del primer amor y la rabia contenida tras la mentira y la ruptura. Las canciones de su debut varían entre la ensoñación del romance, la traición y el enfado. La joven intérprete pasa todas las fases del duelo en un disco que ya es historia por ser de los pocos que han conseguido superar los mil millones de escuchas en Spotify.
Con GUTS, la cantante mantuvo la narrativa del desengaño amoroso, pero esta vez lo plasmó desde el enfado. Olivia Rodrigo no sólo es llanto y duda, también es una clara patrocinadora del female rage, la rabia en clave femenina que otorga una más que clara licencia para la queja. La venganza no se sirve fría, sino con la dulzura del eterno rencor a una expareja que, en resumen, carecía de decencia. Y ahí es donde Rodrigo ha encontrado, si no un nicho, un espacio de creación y creatividad tremendo (y muy prolífico).
Su concierto en el WiZink Center de Madrid fue una catarsis emocional colectiva. Una sesión de terapia gratuita en la que gritar a todo pulmón que cumplir 18 años es una mentira sideral y que la pubertad está cargada de faux pas que nadie explica. Entonar las letras como si la experiencia personal de cada uno de los allí presentes se imprimiese en ellas es opcional. Expiar las vicisitudes de una época en la que los libros académicos se entremezclaban con la confusión propia del crecimiento es obligatorio. Todo lo anterior se traslada a la pequeña pantalla con un documental que exprimirá la exitosa gira de una cantante que ya ha hecho escuela.