El terrorismo también tuvo protagonismo en 2015. Este año llega a su fin como uno de los más trágicos para países como Francia, Nigeria y Líbano. Una vez más, el grupo yihadista Estado Islámico sembró pánico, causando muerte y dolor.

El 2015 llega a su fin como uno de los años más duros para Francia, específicamente, para París. En 11 meses, la capital francesa fue el blanco de dos sangrientos atentados perpetrados por radicales yihadistas que conforman el Estado Islámico. El primero de ellos ocurrió el 7 de enero. Al grito de «Alá es el más grande», dos hombres enmascarados y armados con rifles de asalto ingresaron a las oficinas de la revista satírica Charlie Hebdo y abrieron fuego, matando a 12 empleados: 11 dibujantes del semanario y un policía en el exterior del edificio.

Este ataque se lo realizó, según el grupo terrorista, como venganza por el honor del profeta Mahoma, fundador del Islam, debido a que su imagen fue ridiculizada en varias ocasiones en las caricaturas de la revista francesa. El 11 de enero, aproximadamente dos millones de personas, entre ellas 40 líderes mundiales, se reunieron en París para marchar en contra de la violencia generada y las vidas perdidas en el atentado.

Pero la pesadilla apenas comenzaba. La noche del viernes 13 de noviembre pocos podrán olvidar. Más de 132 fallecidos y otros 352 heridos fue el saldo de ocho atentados, casi simultáneos, suscitados a las 21:30 en la capital francesa. Los tiroteos se dieron en varios bares del Distrito X, pero el más sangriento de ellos ocurrió en la sala de espectáculos Bataclan. En ese lugar, más de mil personas disfrutaban del concierto de la banda estadounidense “Eagles of Death Metal”, cuando irrumpieron cuatro atacantes armados y empezaron a disparar, dejando alrededor de 89 víctimas mortales.

Los terroristas se atrincheraron por cerca de tres horas en el lugar, manteniendo como rehenes a decenas de personas, mientras las fuerzas de seguridad planeaban su entrada en la sala. Según el diario francés Le Monde, tres de los terroristas hicieron explotar los cinturones explosivos que llevaban puestos y el cuarto murió abatido por la policía. Horas más tarde, el presidente de Francia, François Hollande, decretó el estado de emergencia y el cierre de fronteras en todo el territorio, para prevenir nuevos atentados y la salida de los sospechosos. También decretó tres días de luto en memoria de las víctimas.

Mediante un comunicado, el grupo extremista Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad de los sangrientos hechos e hicieron una advertencia: «Que sepa Francia y sus aliados que van a estar a la cabeza de los objetivos de Estado Islámico».

Días más tarde, el 19 de noviembre, la Fiscalía francesa informó que el belga Abdel Hamid Abaaoud, considerado el cerebro de los atentados en París, fue identificado como uno de los fallecidos durante una operación antiterrorista en Saint Denis.

Inmediatamente se reforzó la seguridad en sus fronteras. Además, la Unión Europea aprobó la creación de un registro de pasajeros aéreos, con lo que será posible, en caso de identificarlos, seguir los itinerarios de posibles autores de atentados. De igual manera, se reforzó la protección en instalaciones francesas en el extranjero como embajadas, consulados, centros culturales y escuelas.

Pero Francia no fue el único país que sufrió los embates del Estado Islámico. Un día antes, el 12 de noviembre, los extremistas detonaron dos bombas en la capital de Líbano, Beirut. Estos hechos se convirtieron en los más mortíferos en 25 años en ese país, desde el final de la guerra civil en 1990. El saldo de los ataques fue de al menos 41 fallecidos y 200 heridos.

Asimismo, otro blanco del terrorismo, fue Nigeria. Ese país sufrió un sangriento ataque luego de que estallara una bomba en un mercado de la ciudad de Yola, dejando al menos 32 muertos y alrededor de 80 heridos. Aunque no se conoce todavía a los autores del hecho, el principal sospechoso es el grupo yihadista Boko Haram, que anteriormente ya había perpetrado ataques a esa ciudad.