Correa, en un diálogo con periodistas en la Amazonía de su país, aseguró que, además, esa acción contra Lula forma parte de una arremetida de los grupos de derechas del continente contra los líderes de los llamados Gobiernos progresistas en América Latina.
«Lo que se hizo con Lula es un atentado a los derechos humanos. Creen que un Lula va a huirse si lo llaman a declarar, jamás, pero fueron a inspeccionar su casa, lo llevaron detenido a la fuerza para que declare», aseguró Correa.
Para el mandatario ecuatoriano, todo ese procedimiento contra Lula fue «para humillarlo, para desprestigiarlo» y forma parte de la «persecución del ‘establishment’ de las estructuras de la vieja América Latina».
Correa, que se declara como humanista de izquierdas, dijo que los Gobiernos progresistas enfrentan ahora a «una derecha que estaba aturdida, totalmente aturdida por las derrotas que había tenido», pero que se ha articulado «internacionalmente, con el apoyo descarado de medios de comunicación nacionales e internacionales».
Observó la misma supuesta persecución de los grupos de derecha contra líderes progresistas en Bolivia, Venezuela y Argentina, y dijo que la nueva estrategia de los grupos poderosos es enarbolar un discurso para «añorar el pasado».
«Se ve que hay una audacia, una nueva ofensiva de esa derecha, con más ínfulas», que repite el mismo discurso en todo el continente y que ha optado por el camino de «la judicialización de la política».
Por ello, dijo que «la izquierda tiene que unirse para estar articulada, con discurso, con estrategia», para contener a los grupos de derechas.
Recordó que la semana pasada mantuvo una reunión con pensadores de izquierda de América Latina, entre ellos el expresidente uruguayo José Mujica, en la que se analizaron estos asuntos, aunque no dio más detalles.