Los sevillistas tenían ante sí un reto tan sonado y brillante que no fallaron en el momento decisivo, después de que ya en la ida hubieran sacado un importante empate a 2 goles en Leópolis (Ucrania), ciudad donde el Shakhtar juega sus partidos.
El 1-0 marcado por el delantero francés Kevin Gameiro a los 9 minutos de juego llevó el júbilo al sevillismo, que llenó el Ramón Sánchez Pizjuán en sus casi 42.000 asientos, aunque los ucranianos, que fueron campeones de la última Copa de la UEFA en 2009, empataron al filo del descanso, lo que llevó el nerviosismo a la grada.
En la segunda mitad, sin embargo, llegó la apoteosis al estadio del barrio de Nervión cuando Gameiro hizo el segundo, nada más reanudarse el choque, y luego remató la faena el brasileño Mariano Ferreira al lograr el 3-1 definitivo, cuando aún quedaba media hora para la conclusión.
Conforme se acercaba el final, la afición sevillista empezó a celebrar este triunfo con cánticos como «Ea, ea, ea, nos vamos a Basilea».
El equipo de Unai Emery, con quien ya ganó las dos últimas ediciones de la Liga Europa, en Turín (Italia) frente al Benfica portugués (2014) y en Varsovia ante el Dnipro ucraniano (2015), hizo realidad su sueño de defender en la final su corona y de optar a tocar otra vez la gloria el próximo 18 de mayo, en Basilea (Suiza).
El Sevilla abrió esta senda de éxitos en 2006, cuando se proclamó campeón de la antigua UEFA en Eindhoven (Holanda) -ante el Middlesbrough-, y al año siguiente revalidó su corona en Glasgow al ganar al Espanyol, mientras que ahora tendrá la ocasión de pelear por el que sería su quinto título y el tercero de forma consecutiva.
Ningún equipo gana tres ediciones consecutivas de un título de la UEFA desde 1976, cuando el Bayern Múnich alemán consiguió su tercera Copa de Europa seguida (temporadas 1973-74, 1974-75 y 1975-76).
Los sevillistas tienen, además, otra final pendiente, al tener ya asegurada su presencia en la de la Copa del Rey, el 22 de mayo frente al Barcelona en el Vicente Calderón de Madrid.