La Policía Militarizada informó de que el incidente ocurrió en la favela de Rocinha, vecina a los acomodados y turísticos barrios de Leblón e Ipanema, y se desató cuando un grupo de agentes patrullaba la zona y fue atacado a balazos por los supuestos narcotraficantes.
«Después de que cesara la situación, se encontró a seis criminales heridos, (que fueron) socorridos y trasladados a un hospital municipal y con ellos se aprehendieron un fusil, seis pistolas y dos granadas», informaron las autoridades a través de las redes sociales.
La Policía confirmó luego que los seis heridos no resistieron a las heridas y murieron tras ingresar al hospital. En un vídeo divulgado en sus redes sociales, la policía mostró las armas incautadas, bajo una bandera negra que decía «Operaciones de Choque. Sangre. Victoria», con un yelmo medieval en el centro.
El incidente ocurrió en medio de la intervención decretada por el Gobierno brasileño en el área de seguridad de Río de Janeiro, que desde el pasado 20 de febrero está bajo control y comando de las Fuerzas Armadas, que coordinan las acciones de la policía.
Las Fuerzas Armadas, que desde la intervención han realizado diversas operaciones en favelas aunque sin entrar en el combate directo a la criminalidad, no ha servido hasta ahora para poner frente a una creciente ola de violencia desatada desde el año pasado. Uno de los hechos más impactantes ocurrido desde que se decretó la intervención fue el asesinato de la concejala Marielle Franco, del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), ocurrido en una céntrica zona de Río de Janeiro el pasado 14 de marzo.
Las autoridades han iniciado una profunda investigación sobre ese asesinato, que causó una conmoción nacional e incluso fue condenado por organismos internacionales, y hasta ahora no han informado sobre las posibles causas de un crimen que para muchos analistas tuvo un tenor claramente político.
Aunque la policía no lo ha confirmado, medios locales han dicho que detrás de la muerte de Franco pudieran estar las llamadas «milicias», grupos mafiosos parapoliciales que disputan con bandas del narcotráfico el control de muchas favelas de Río de Janeiro.
Franco, quien murió con 38 años de edad, fue una voz permanente de denuncia de esas mafias, así como se plantó en forma muy crítica frente a la intervención militar de las fuerzas de seguridad de Río de Janeiro.
Fuente: El Telégrafo