Humilde y sencillo, Jorge Bergoglio no ha dejado de impactar al mundo desde que llegó al sillón de San Pedro el 13 de marzo de 2013 tras la sorpresiva renuncia de Benedicto XVI, que abrió el camino para que este jesuita argentino de 78 años se convirtiera en el primer latinoamericano en asumir las riendas del Vaticano.
El austero obispo de Roma que viajaba en metro y es amante del fútbol –fiel hincha del San Lorenzo-, pasó a ser inesperadamente el líder de 1.250 millones de católicos, y con el tiempo en interlocutor casi imprescindible de los principales líderes mundiales y referente de muchos más allá de la Iglesia católica.
«A mí nadie me nombraba (como candidato). Tanto era el asunto que ni una foto mía salió en los diarios, nadie pensaba en mí. En las casas de apuestas de Londres estaba en el número 46 (se ríe). Yo tampoco pensaba en mí, ni se me ocurría», dijo el pontífice sobre su elección en una entrevista publicada meses atrás por La Voz del Pueblo, un pequeño diario argentino.
Su personalidad es asombrosa. No ve televisión desde 1990, no usa internet y lee solo un diario, La Repubblica, de Italia, pero siempre está informado de lo que más le preocupa: la pobreza, las guerras y el cambio climático, al punto que sus homilías y mensajes siempre están cargados de actualidad y humanismo.
Las giras pastorales por Ecuador, Bolivia y Paraguay; sus históricas visitas a Cuba y Estados Unidos; su más reciente paso por África; el lanzamiento de su primera encíclica ‘Laudato Sí’, enfocada en el cuidado de la Tierra; y sus contundentes mensajes han marcado a católicos y a otros menos creyentes durante este año.
El Papa en América
Tres países por los cuales el Papa manifestó especial predilección, Ecuador, Bolivia y Paraguay recibieron su visita entre el 5 y 12 de julio pasado, tiempo en el que tomó siete vuelos y pronunció 22 discursos, algunos improvisados, que denunciaron la pobreza, las brechas económicas y la corrupción. Su carisma cautivó a cientos de miles de católicos congregados en misas campales y encuentros cargados de emotividad.
Su primera parada fue en Ecuador, que recibió por segunda ocasión a un sumo pontífice y donde Francisco llamó a no ignorar a la «madre Tierra» al invocar su encíclica ‘Laudato Sí’, presentada el 18 de junio y en la que propone una «revolución valiente» para salvar la Tierra del capitalismo que explota los recursos naturales sin límite.
«Hay algo que es claro, no podemos seguir dándole la espalda a nuestra realidad, a nuestros hermanos, nuestra madre Tierra», fue uno de sus mensajes en esta nación, donde ofreció dos misas campales, en Quito y Guayaquil, que reunieron a cerca de 1,5 millones de feligreses ecuatorianos y de otras nacionalidades.
En Bolivia, su visita tuvo un momento impactante pues Francisco escogió este lugar para pedir perdón, en nombre de la Iglesia, por los crímenes cometidos contra indígenas durante la conquista de América.
«Quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América», dijo ante la multitud.
Mientras tanto, en Paraguay condenó duramente la corrupción y la calificó como la «gangrena de un pueblo». Además criticó las ideologías que, a su juicio, entrañan el riesgo de convertirse en dictaduras.
Reconciliador de viejos oponentes
La visita histórica a Cuba y Estados Unidos mostró la intención del papa Francisco de un mundo más pacífico. Septiembre fue el mes escogido para estrechar la mano del presidente cubano, Raúl Castro, y la del mandatario estadounidense, Barack Obama, y confirmar así los rumores de que medió para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones tras 53 años de ruptura.
Cuando Francisco vio la posibilidad de abrir una grieta en una situación bloqueada decidió escribir sendas cartas a Obama y Castro, animándolos a dejar atrás décadas de conflicto y “dar inicio a una nueva fase de las relaciones entre las dos partes”.
Cuba fue la primera nación a la que llegó el Papa, quien estuvo gratamente sorprendido por el recibimiento y el esfuerzo de cientos de cubanos que han logrado extender la Iglesia y mantenerse en la fe.
«Sé con qué esfuerzo y sacrificio la Iglesia en Cuba trabaja para llevar a todos, aun en los sitios más apartados, la presencia de Cristo», expresó en su primera homilía en La Habana, después de la cual aprovechó para reunirse con el exmandatario cubano Fidel Castro, un encuentro “familiar e informal”, según reseñó la prensa oficial.
En tanto, su presencia en Estados Unidos estuvo marcada por importantes mensajes pronunciados desde la sede de la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, y del Congreso en Washington. También por el despliegue de seguridad que representó un desafío para los norteamericanos, pues a este argentino le gusta romper los “protocolos” porque prefiere mezclarse entre la gente.
En la Asamblea de la ONU hizo un llamado a los gobernantes del mundo a proteger el medioambiente y a luchar contra la exclusión.
Su discurso en la sede del Congreso será ampliamente recordado, pues fue el primer Papa en hablar ante el pleno, con un mensaje contundente al pedir la abolición de la pena de muerte, controlar el tráfico de armas y abogar por los refugiados.
«La regla de oro está en la responsabilidad que tenemos de proteger y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo (sic) esta convicción me ha llevado, desde el comienzo de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte. Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada”, dijo Francisco, secundado por fuertes aplausos de las dos cámaras que componen el Congreso.
Francisco también ha adelantado diálogos entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC para poner fin a medio siglo de conflicto armado en Colombia.
Siempre junto a los pobres
En otra muestra de solidaridad con los más vulnerables, Francisco terminó este año su peregrinaje con una sentida visita al continente africano, uno de los más empobrecidos del mundo, donde la violencia y la desnutrición azotan a millones de personas.
Kenia, Uganda y República Centroafricana fueron los países visitados por el sumo pontífice, quien viajó en medio de un imponente dispositivo de seguridad para evitar posibles ataques yihadistas en estas naciones castigadas por la violencia.
En Nairobi, capital de Kenia, el papa latinoamericano hizo una defensa vibrante de la familia y rechazó «el desprecio a las mujeres»; mientras que en Uganda resaltó el ecumenismo como un símbolo de unidad, pues en este país honró la memoria de 45 mártires cristianos, anglicanos y católicos, en una misa celebrada cerca de Kampala, capital ugandesa.
«A todos aquellos que utilizan injustamente las armas en el mundo, les hago un llamado: dejen estos instrumentos de muerte», dijo Francisco en la República Centroafricana, escenario de una gran ola de violencia por los enfrentamientos interreligiosos que sufre ese país desde 2013.
Allí, Francisco inició el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, al abrir la Puerta Santa de la Catedral de Bangui. Era la primera vez que un Papa realizaba este gesto fuera de Roma, donde se lo hace tradicionalmente.
«Es la mejor síntesis del magisterio de este Papa, siempre al lado de los pobres», había comentado durante una entrevista el padre Giulio Albanese, de Radio Vaticano y experto en África.
El defensor de la Madre Tierra
“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, dice en el primer capítulo de ‘Laudato Sí’ (Alabado seas), la primera encíclica escrita por Francisco, que contiene 200 páginas y fue presentada en junio.
En el texto el sumo pontífice acusa sin rodeos a la política, la tecnología y las finanzas de depredar el medioambiente y generar pobreza, puesto que “no están a la altura de los desafíos mundiales», tras haber hecho un «uso irresponsable de los bienes que Dios ha puesto» en la Tierra.
La presentación de esta encíclica fue bien acogida por líderes mundiales como Obama; el secretario general de la ONU, Ban-Ki Moon; el presidente boliviano, Evo Morales; o el presidente ecuatoriano, Rafael Correa. También recibió críticas especialmente de políticos.
Su imperativo es el “cuidado de la casa común”, un mensaje insistente de Francisco, para quien es importante luchar contra el cambio climático. El mundo “está al borde de un suicidio”, por eso la necesidad de un acuerdo sobre el clima “ahora o nunca”, reclamaba a inicios de diciembre cuando inició la COP21 en París.
El “histórico” acuerdo de los 195 países llegó el 12 diciembre. Un día después, Francisco dijo que este acuerdo «exigirá un compromiso unánime y una generosa implicación por parte de cada uno» sin olvidarse de los más vulnerables.
Preocupación por la familia
«Cuidemos la familia y defendámosla porque ahí se juega nuestro futuro», había dicho el Papa en su visita a Filadelfia (Estados Unidos), dejando en claro su preocupación por el tema, además de otros más espinosos como el divorcio, la unión libre y la no discriminación a los homosexuales.
Esas cuestiones fueron tratadas en el Sínodo de Obispos, celebrado en octubre pasado, lo que representó un desafío para los sectores más conservadores de la Iglesia.
En la asamblea se acordó una mayor apertura para los divorciados que se vuelven a casar, las parejas en unión libre y la no discriminación hacia los homosexuales, aunque se mantiene la oposición al matrimonio entre personas del mismo sexo.
«El primer deber de la Iglesia no es distribuir condenas o anatemas sino proclamar la misericordia de Dios», expresó el Papa tras aprobarse el documento en el Sínodo que, a ojos de unos pocos, resulta una apertura modesta, pero para otros es una victoria en la batalla por las reformas encabezadas por Francisco.