Reducir el impacto del tráfico de vehículos (esmog y vibraciones) forma parte de las acciones del nuevo Plan de Desarrollo Integral del Centro Histórico de Quito.
En esa área patrimonial, según Angélica Arias, directora del Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), el principal problema es que los residentes optan por salir de ese sector.
Los números del IMP muestran que, al año, 2% de los habitantes del Centro Histórico se muda a otra parte. La movilidad, el medioambiente, la inseguridad y la falta de espacios verdes son cuatro problemas que, según el IMP, influyen en el deterioro de la calidad de vida en el Centro. Esa realidad es la que el Plan de Desarrollo quiere revertir.
Actualmente, el documento se discute en la Secretaría de Territorio Hábitat y Vivienda del Cabildo capitalino. Su secretario, Jacobo Herdoíza, dice que consta de cuatros ejes y cada uno tiene acciones para su implementación una vez que se convierta en Ordenanza Metropolitana.
El funcionario sostiene que el primer eje es el cambio hacia la movilidad sostenible. Como parte de este, el Municipio continuará con la peatonalización del Centro. La última medida adoptada en este sentido fue la de restringir por horas el paso de vehículos en la tradicional calle Venezuela.
El segundo elemento es la recuperación ambiental y el acceso a espacios verdes públicos. Para esto, dice Herdoíza, se crearán corredores peatonales que unan el Centro Histórico con áreas verdes como el Panecillo, el Itchimbía y las quebradas de La Chorrera y del Machángara, en El Censo.
El tercer componente del programa es incentivar los emprendimientos relacionados con los sabores y tradiciones del Centro. El plan contempla incentivos tributarios para las actividades económicas que desarrollen temáticas relacionadas con las artesanías, gastronomía y saberes.
Para esto hay cuatro calles que serán las primeras en las que se desarrollarán acciones: García Moreno, Chile, 24 de Mayo y Montúfar. “La idea es que esos puntos tengan un efecto detonante para los cambios en el centro y se conviertan en la referencia para atraer la inversión privada e inmobiliaria”, señala Herdoíza.
Con los tres primeros ejes, el Municipio quiere cambiar la realidad del Centro, es decir, volverlo más atractivo para que la gente viva en este sector. Para esto se diseñó el cuarto eje del plan que es reducir la vulnerabilidad de las edificaciones patrimoniales e incentivar la residencialidad.
“Habrá asistencia técnica para el rescate de edificaciones patrimoniales y se creará un programa de arrendamiento de viviendas en el que podrán participar actores de la empresa privada pero también el Municipio y el Gobierno Central”, explica Herdoíza.
Para el urbanista Hernán Orbea, la pérdida de habitantes en el Centro es un fenómeno que se inició hace tres décadas. Pero no solo eso ha ocurrido en ese tiempo sino también el deterioro de sus edificaciones.
“Su clasificación como patrimonio ha dificultado las intervenciones para repotenciar, reutilizar o renovar sus más de 5 000 predios”, opina. Otro problema que advierte este urbanista es que hay un bloqueo para la venta o uso alternativo de los bienes patrimoniales de propiedad pública o religiosa.
Esto debido a una intención radical de conservación de esos bienes. “Esto limita los alcances para transformar barrios”. Pablo Moreira, presidente del Colegio de Arquitectos de Pichincha, señala que esa idea de conservación impide, por ejemplo, que se piense en otros tipos de plazas como espacios públicos y recreativos.
“Por ejemplo, si en lugar de hacer plazas de las características de las de la calle Mejía y se aprovechara las existentes como la de Santo Domingo o Benalcázar con un espacio para juegos infantiles, habría otro efecto en cuanto a su uso”, sostiene.
El Plan estará listo para octubre próximo. Se lo presentará en la conmemoración del segundo año de la Conferencia Hábitat III que se realizó en Quito. Arias dice que está previsto que sea aprobado como Ordenanza hasta diciembre.