Como un cambio de época y un día histórico para la Argentina calificó el derechista Mauricio Macri al proceso político que vivió la nación tras los resultados de las elecciones del pasado 22 de noviembre, que le atribuyeron la victoria, poniendo fin al ciclo político del kirchnerismo que gobernó desde 2003, poco después de que el país sufriera su peor crisis económica y política, en décadas.
Con Néstor Kirchner y Cristina Fernández, fueron 12 años en que el Estado fue el centro de la discusión política y económica, en donde se enjuició a los responsables de la última dictadura militar, se nacionalizó el Sistema de Pensiones y se aplicaron planes de asistencia social para los más desposeídos, además de educación pública gratuita.
En juego estaba la continuidad de este modelo nacionalista de la mano de Daniel Sioli, del Frente para la Victoria, o su alternancia con Mauricio Macri, del Frente Cambiemos. La decisión la debían tomar los 32 millones de argentinos que optaron por un cambio de timón.
Macri, diputado y dos veces alcalde de Buenos Aires, fue capaz de aglutinar a los movimientos de oposición, que demostraron estar unidos el 25 de octubre de 2015, día en que se llevó a cabo la primera vuelta, en un país en donde nunca antes se había celebrado un segundo encuentro electoral entre dos candidatos presidenciales.
El peligro de volver a la década de los noventa, a un neoliberalismo sin freno, no fue argumento suficiente en una intensa campaña en donde el mensaje conciliador de Macri se impuso, junto con su propuesta de terminar con la pobreza, combatir el narcotráfico y unir a los argentinos.
Atrás quedaron 12 años de un modelo político y de gobierno. El recientemente posesionado Presidente empieza su mandato con varios retos, como el de mantener los programas de asistencia social en medio de un complicado panorama económico en donde el imperativo es bajar el déficit fiscal y combatir la inflación, además de procurar la gobernabilidad del país, en un escenario adverso y con un congreso dominado por el kirchnerismo.
Pero, sin duda, lo más importante para Macri será mantener la confianza de su electorado, que creyó en sus propuestas y optó por el cambio.