Desde que Arabia Saudita rompió relaciones con Irán, debido a la ejecución del clérigo chiita Nimr al Nimr, la tensión política y religiosa se ha incrementado en los últimos días. Nimr al Nimr fue hallado culpable en 2014 de terrorismo y condenado a muerte, sin embargo el líder supremo de Irán, Alí Jamenei, aseguró que su ejecución fue debido a su oposición a los gobernantes sunitas de Arabia Saudita.
Esta sería la razón principal de las diferencias entre los dos países. Aparentemente, la relación entre chiitas y sunitas ha sido un tema que siempre ha estado sobre la mesa. Estas dos ramas se derivan del Islam y habrían nacido tras la muerte del profeta Mahoma y la consiguiente pugna por el derecho a liderar a los musulmanes. La mayoría de países de Medio Oriente pertenece a la rama de sunitas, razón por la cual Arabia Saudita ha recibido el apoyo de otras naciones como Sudán, que también rompió relaciones con Irán. Según su portavoz, Mohamad Bagher Nobajt esto no tendría ningún efecto para su país. A esto se suma que los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait también llamaron a consultas a sus embajadores en Irán.
Según reseña la BBC, en los países gobernados por sunitas, los chiitas, por lo general, se cuentan entre los más pobres de la sociedad y se ven a sí mismos como víctimas de opresión y discriminación. Asimismo, algunos extremistas sunitas también han llegado a predicar odio hacia los chiitas.
Una vez conocida la muerte del clérigo chiita no se hicieron esperar las reacciones. Miles de personas incendiaron la embajada Saudí en Teherán, mientras que los diplomáticos iraníes tuvieron 48 horas para abandonar el país.
Uno de los primeros países en pronunciarse fue Rusia, nación que se ofreció como intermediaria a resolver la disputa. Estados Unidos también se pronunció y pidió que se instale el diálogo entre los dos países de Medio Oriente.
Esta tensión, además, ha desencadenado que el precio del barril del petróleo caiga a su cifra más baja en 11 años alcanzando los 35, 21 dólares.