En el proyecto, que adelanta desde el año 2007, ya ha tachado de agenda al Brod Peak (8.051), Makalu (8.468), Cho Oyu (8.201), Gasherbrum II (8.034), Shishapangma (8.027), Everest (8.848) y el Manaslu (8.163).
En la mira tiene al K-2 (8.611), Kangchenjunga (8.586), Lhotse (8.516), Dhaulagiri (8.167), Nanga Parbat (8.125), Annapurna I (8.091) y Gasherbrum I (8.080), que completan el proyecto, que prevé culminar en 2020.
«Soy el único montañista a nivel mundial con esta lesión que lo está haciendo», dijo a Efe en referencia a la amputación de los dedos de los pies, en 2002, cuando se le congelaron al escalar en solitario la pared sur del Aconcagua sudamericano, donde pasó una noche a 7.000 metros de altura, con 37 grados bajo cero y las medias mojadas por la nieve, pues entonces tenía un mal equipo.
Quintero, de 41 años, cree que su proyecto puede ser un «ejemplo» e «inspiración» pues tras cinco años y medio de un proceso de recuperación, volvió a la montaña pese a que los médicos le dijeron que sería «imposible» por las secuelas de las lesiones.
Considera que es necesario «tener pasión» para avanzar, así como saber «escuchar el corazón» y ser constante en los entrenamientos en los que, en su caso, mezcla montañas, bicicleta de ruta y montaña, escalada en roca, ejercicios aeróbicos, entre otros, que cumple diariamente durante al menos cinco horas.
En caso de conseguir financiación, Quintero planea viajar en junio próximo a Pakistán, si las condiciones políticas allá se lo permiten, pues quiere intentar ascender al K-2, pero si no se concreta ese desplazamiento, en su agenda está ir a Nepal.
«La máxima conquista del montañismo es subir el K-2. Esto representa una medalla de oro olímpica. Son solamente 188 deportistas de elite que han logrado la cima, sin oxígeno, de esta montaña, que es la más emblemática del planeta», comentó.
La historia de Quintero con el K-2 no es nueva. En 2009 se quedó a 240 metros de desnivel de la cumbre debido a la cantidad de nieve y las malas condiciones climáticas.
«Esta pérdida de la cumbre me llevó dos meses de mucha tristeza», dijo al apuntar que en 2016, «hay fuerzas» para volver a intentarlo.
Quintero siente en su «corazón» que «está cerca» la cumbre del K-2, lo que ha soñado desde los quince años, y, para cumplir su objetivo, necesita 50.000 dólares y noventa días de expedición.
Ello, porque para ir requiere doce días, igual número para volver y dos meses en la montaña. «Es una locura. Después de un K-2 uno vuelve hueso y pellejo, a dormir un mes», comentó entre risas.
Quintero asegura que pocas cosas le frustran y dice estar ahora en «nuevas búsquedas»: de las conquistas interiores más que las exteriores.
Enemigo de los mensajes negativos, Quintero adelanta conferencias de motivación pues cree que es su «responsabilidad» desandar su historia para demostrar que cuando hay pasión por algo y ganas de luchar, todo obstáculo es superable.
«La vida continúa, vendrán nuevas generaciones, motivaciones. Hay que apostar por eso, por construir un modelo de sociedad, primero más justa y, después, con más oportunidades. Yo me congelé los pies porque no tuve oportunidades», dijo al recordar que no consiguió entonces cien dólares para comprar un buen par de cubre botas.
Considera que en la vida se deben ver «las cosas lindas».
«Solo el hecho de tener salud es para saltar en una pata», dijo tras subrayar que a la juventud le hace falta «ser escuchada».
«Nos fijamos mucho socialmente, más en los modos de decir las cosas que en el contexto», se lamentó al comentar que, en su opinión, los jóvenes están «presionados» por la sociedad para conseguir títulos o bienes cuando cree que los que requieren es que se les escuche y se entienda sus necesidades.