El turno fue para los docentes y tampoco ellos se libraron de la desorganización, filas interminables y las inclemencias del clima durante muchas horas para lograr una vacuna contra el coronavirus.
“El viernes nos convocaron, nos mandaron un correo tipo 19:00 para que nos presentemos en el Bicentenario”, dice Daya, una joven docente que vive en el norte de Quito.
“Llegué a las 09:30 al Bicentenario. Vi una fila inmensa. No sabía dónde terminaba, parecía que en el mismo lugar estaba dando la vuelta la fila. No encontraba el final, me tocó caminar bastante para ubicarme.
“Durante las primeras dos horas hubo demasiado sol, después se nubló y cayó un aguacero. Nos mojamos, pero nadie abandonó la fila para no perder el turno. Algunos que recién llegaban aprovecharon la lluvia y se metieron en la fila. Eso aumentó el caos”, cuenta Daya.
“Desde la mañana, sobre todo durante la lluvia, en la fila todos estaban pegaditos, no hubo distanciamiento”, explica Daya, refiriéndose al distanciamiento social que recomiendan las autoridades para evitar el contagio del coronavirus.
Uno de los problemas, comenta esta educadora, es que no empezó la vacunación a las 08:00 como anunciaron en la convocatoria, lo que desembocó en aglomeraciones de profesores y largas filas.
Pero hay otro inconveniente, quizá la causa mayor de la jornada de vacunación vivida el sábado en el Bicentenario, la cantidad de docentes convocados.
Daya dice que cuando recibió el correo con la cita de vacunación, también recibió un documento Excel con una lista de 5.000 personas que debían presentarse en el Bicentenario. La primera cita era a las 08:00 y la última a las 17:00.
Después de cinco horas de hacer fila, empapada por el aguacero como todos, finalmente, a las 14:30, Daya recibió su primera dosis de la vacuna contra el COVID-19.
Los profesores, visiblemente cansados y molestos, coreaban la palabra “respeto”, mientras esperaban bajo plásticos y paraguas en la fila.
Nota Original: El Universo – LINK