Andrea tiene a su padre, de 50 años, en cuidados intensivos en un hospital de Guayaquil debido a que se contagió de COVID-19. Cuenta que para “mejorar” la condición de su familiar los médicos le mandaron a comprar cinco ampollas de remdesivir, un fármaco que se suministra vía intravenosa y que no se produce o vende en el país.
Cuenta que buscó en farmacias e importadoras y no hallaba el medicamento. Desesperada acudió a las redes sociales y alguien le facilitó un contacto vía WhatsApp: “Una chica que viaja constantemente a Estados Unidos trae el medicamento. Me costó $ 650 cada ampolla. Hice rifas y presté dinero para comprarlo”, dice.
El precio oficial por dosis fijado por el laboratorio que lo produce (Gilead Sciences) es de $ 390 por ampolla, pero los pacientes deben recibir un promedio de seis dosis, lo que eleva el costo total del tratamiento a $ 2.340.
La Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos y la Unión Europea han aprobado la utilización del remdesivir en pacientes graves de COVID-19. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no ha dado su visto bueno y, de hecho, ha criticado el uso del medicamento.
El problema, según la OMS, es que algunos estudios realizados demuestran que si bien el fármaco reduce levemente la estancia hospitalaria, no disminuye la probabilidad de mortalidad y tiene un costo muy elevado.
Aunque en Ecuador el remdesivir no cuenta con registro sanitario y no ha sido aprobado oficialmente su uso todavía, hay médicos que lo están recetando. Publicaciones en redes sociales dan cuenta de la búsqueda desesperada del fármaco por parte de familiares de los pacientes.
“Como Federación Médica Ecuatoriana nos reunimos con la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa) hace dos meses para mostrar nuestra preocupación por el creciente uso y la popularización de los pedidos en redes sociales del medicamento sin ningún control”, expresa Enrique Terán, docente de la Universidad San Francisco de Quito y Ph. D. en Farmacología.
Señala que pidieron a Arcsa emitir un comunicado oficial indicando que no es un producto legal en el país y que no tiene cadena de custodia alguna: “Lastimosamente la autoridad nos supo explicar que no tenía suficiente argumentos para poder emitir esa resolución. Lo que se sabía es que mucha gente está trayendo el producto desde Estados Unidos e India con importaciones mínimas. Hay médicos inescrupulosos que emiten receta de este fármaco en cantidades superiores a las que necesita un individuo”.
En agosto del año pasado, Ecuador fue el primer país de la región, según el Ministerio de Salud, en recibir 1.900 dosis de remdesivir para uso “compasivo”, aunque varios profesionales criticaron el término, ya que se trataba de uso experimental.
“Hubo una presión de un grupo de médicos en ese tiempo y el exministro (Juan Carlos) Zevallos autorizó eso y colocó ese lote en el Hospital Eugenio Espejo. Se planteaba que los que tenían potenciales pacientes podían solicitarlo. Lastimosamente no hay registro de qué pasó con esas ampollas o si se consiguió algún resultado, sea positivo o negativo “, indica Terán.
Añade que la “figura de experimental” utilizada en ese momento ha provocado que varios médicos estén prescribiendo de forma “indiscriminada” el fármaco actualmente, sabiendo que es un producto que no está disponible en el país, que no tiene registro sanitario y que el abastecimiento, cualquiera que este sea, es de carácter ilícito.
Sin embargo, hay médicos que defienden el uso del remdesivir, como Vicente Soriano, doctor y docente especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Nota Original: El Universo – LINK