Las autoridades de la ciudades ucranianas de Kiev y Járkov han ampliado este sábado el toque de queda que rige desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, ha indicado que, desde este sábado, el toque de queda estará en vigor entre las 17.00 y las 8.00 horas (hora local), una medida que busca hacer más “eficaz” la defensa y la seguridad de los ciudadanos.
“Todos los civiles que estén en la calle durante el toque de queda serán considerados miembros de los grupos de sabotaje y reconocimiento del enemigo”, ha advertido mediante Telegram, ha recogido el portal de noticias ucraniano Babel.
En referencia a Járkov, la portavoz del Ayuntamiento, Olga Miroshnichenko, ha detallado que los ciudadanos no podrán salir a la calle entre las 18.00 horas y las 6.00 (hora local), según ha informado la Alcaldía en Facebook.
Varias ciudades ucranianas han impuesto toques de queda nocturnos a raíz de la invasión de Rusia. Es el caso de Leópolis, Odesa o Kiev. El Parlamento ucraniano ya aprobó el miércoles el estado de alarma para el conjunto del país.
Civiles inexpertos, a la vanguardia de la defensa de Kiev
“Distribuyeron fusiles, los cargaron para nosotros y aquí estamos”, dice Yuri Kortshemni, quien nunca había tenido una arma entre sus manos antes de unirse a un batallón de civiles listos para defender Kiev metro a metro frente al enemigo ruso.
En plena invasión de su país, cuando las primeras fuerzas rusas precisaron de menos de 48 horas para infiltrarse en la capital, el historiador de 35 años no dudó en enlistarse.
Decenas de hombres de su barrio acudieron como él para tomar un fusil Kalashnikov en un punto de distribución, un camión militar repleto de cajas de armamento, explica.
En Facebook y en medios de comunicación, el Ministerio de Defensa multiplica los llamados al alistamiento de urgencia en las brigadas de “defensa territorial”, una institución creada en 2015 para reforzar al Ejército regular.
Actualmente basta con tener entre 18 y 60 años y un pasaporte para enrolarse. No hace falta ningún entrenamiento.
“Nos dieron armas en una oficina de alistamiento militar. Ahora, la situación es tal que no podemos esperar una convocatoria”, explica otro voluntario, Volodímir Moguila.
El electricista, ya con una cierta edad y el fusil tambaleándose en su abrigo, hace rodar un viejo neumático por el borde de una carretera para reforzar una barricada improvisada junto a un tanque ucraniano.
“Brazalete amarillo”
Con tejanos, ropa deportiva, zapatillas o uniformes desparejados, los civiles voluntarios de “defensa territorial” son ahora omnipresentes en la capital, incluso más visibles que los militares regulares.
Para reconocerse lucen un pequeño brazalete amarillo, a veces simplemente cinta adhesiva, alrededor del brazo izquierdo.
En una ciudad casi fantasmal, su ir y venir constante salta a la vista. El cerco del enemigo se estrecha peligrosamente sobre la capital y todos se preparan para combates sangrientos.
Fuente: Revista Semana – Nota original: LINK