La hepatitis es una inflamación del hígado, un órgano vital que procesa nutrientes, filtra la sangre y combate infecciones. Esta enfermedad puede causar una serie de problemas de salud e incluso, podría llegar a ser mortal. Se estima que más de un millón de personas en el mundo mueren cada año por este virus.
Aunque esta enfermedad no es común en niños, un incremento de casos en esta población ha generado intriga y alarma en los profesionales de la salud. Según últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han contabilizado 348 casos probables de hepatitis infantil aguda en 20 países y en otros 13, están por confirmarse 70 adicionales.
Hasta el 6 de mayo, el Ministerio de Salud ecuatoriano aseguró que no se han presentado casos de hepatitis aguda grave en niños e indicó que se encuentran en activa vigilancia epidemiológica tras la alerta de la OMS.
Las cinco principales cepas de la hepatitis son las de los tipos A, B, C, D y E. Cada una, se contagia de una manera en específico. Por ejemplo, la A y la E se propaga a través del agua o comida contaminada. Mientras que, la B se transmite por fluidos corporales como el semen o la sangre, al igual que la tipo C.
Los síntomas de la hepatitis pueden tardar algún tiempo en aparecer, pero en el caso de las infecciones agudas, las señales aparecen entre dos semanas y seis meses después de la exposición al virus. Sin embargo, entre los síntomas más comunes está: diarrea, fiebre, pérdida de apetito, orina oscura, coloración amarilla de la piel y ojos. En los casos más severos, puede desarrollarse una cirrosis o cáncer de hígado.
Las medidas básicas de higiene, como el lavado de manos y una buen manejo de la preparación de los alimentos, son esenciales para evitar la hepatitis.