Casi cien días después de haber comenzado las protestas más prolongadas en Irán desde la Revolución Islámica de 1979, estas ya han golpeado al régimen, pero con un costo muy alto de vidas.
Más de 500 manifestantes, incluidos 69 menores de edad, han muerto durante estas movilizaciones, según información de la agencia de Activistas de los Derechos Humanos.
A esta cifra se suman dos personas que fueron ejecutadas por el gobierno y al menos otras 26 podrían correr la misma suerte, en lo que la entidad Amnistía Internacional ha llamado «juicios falsos».
Se trata de hechos sin precedentes pues estas movilizaciones son únicas. Es la primera vez que se involucran personas de todas las clases sociales y son las mujeres quienes han tomado el liderazgo bajo la consigna «Mujer, vida, libertad».
Todo comenzó cuando la Generación Z de Irán, es decir jóvenes de hasta 24 años, decidió ponerse al frente de estas protestas, desafiando las estrictas normas religiosas y marcando nuevas tendencias, como la quema de pañuelos o velos que llevan las mujeres en la cabeza.
A esto se suma una nueva tendencia entre los jóvenes manifestantes que es el llamado «quitarle el turbante»: consiste en acercarse sigilosamente por detrás a los clérigos musulmanes chiitas, quitarles el turbante de un manotazo y salir corriendo.
Aunque de inicio puede sonar a una broma, decenas de ciudadanos han sido detenidos, torturados y hasta asesinados por las autoridades quienes han utilizado los cuerpos como moneda de cambio para silenciar a las familias de las víctimas.
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