Campaña subrayó que la pirotecnia acústica, en particular, representa una grave amenaza para la salud pública, debido a los efectos perjudiciales del intenso ruido generado por las explosiones.
El concejal explicó que el umbral de exposición segura al ruido para las personas es de 65 decibelios, mientras que para los animales es de 85 decibelios. Sin embargo, las explosiones de pirotecnia pueden superar los 160 decibelios, y a partir de los 140 decibelios, se produce un daño irreversible en el oído.
Añadió que esta exposición puede causar efectos negativos en la salud mental, como estrés, ansiedad y ataques de pánico, afectando especialmente a personas con autismo.
Destacó que la normativa fue elaborada en colaboración con expertos en salud, representantes de la comunidad autista, defensores de los derechos de los animales y actores del sector productivo.
Campaña también enfatizó que, como parte de la propuesta, se prohíbe el uso de pirotecnia sonora, como camaretas, tumbacasas y boladores, que generan explosiones y pueden causar incendios. No obstante, las exhibiciones pirotécnicas de luces seguirán permitidas, siempre que cuenten con los permisos correspondientes.
Además, señaló que la transición hacia espectáculos con luces LED es una alternativa no solo más segura, sino que también podría convertirse en una atractiva opción turística para la ciudad.
Para concluir, el concejal aseguró que la medida busca prevenir accidentes graves, como quemaduras, amputaciones y lesiones oculares, que son especialmente comunes durante las festividades de fin de año. Agregó que la propuesta también tiene como objetivo proteger la integridad física y emocional de los habitantes de Quito, promoviendo un ambiente más seguro y saludable para todos.
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