En las últimas semanas la tensión entre Corea del Norte, Estados Unidos y Corea del Sur ha aumentado. Los altercados iniciaron el 6 de enero cuando la televisión estatal norcoreana anunció que había probado con éxito su primera arma nuclear de hidrógeno.
Varios científicos aseguraron que el lanzamiento no fue 100 % comprobado y que solo podrían tratarse de amenazas. Sin embargo, semanas después el ministro de Defensa de Corea del Sur, Han Min-koo, afirmó que Corea del Norte podría estar preparándose para disparar un misil de largo alcance más grande desde una plataforma de lanzamiento ampliada recientemente en una base en la costa oeste del país comunista.
Tal como se había realizado la advertencia, el 6 de febrero, el país asiático hizo el lanzamiento de un satélite que fue considerado por otras naciones como una prueba encubierta de un misil balístico. Una de las primeras reacciones llegó desde Corea del Sur que condenó la acción como un «desafío directo contra la comunidad internacional» y advirtió que Corea del Norte tendría que pagar un «serio precio» si seguía adelante con su plan.
Seúl y Washington también reaccionaron e iniciaron las conversaciones sobre la posible colocación de un avanzado sistema de defensa contra misiles en la península de Corea. De igual manera, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobó una serie de sanciones que indican:
“El Consejo de Seguridad de la ONU reafirma su decisión de que (Corea del Norte) debe abandonar todas sus armas nucleares y los programas atómicos existentes de forma total, verificable e irreversible”. La resolución incluye una completa prohibición de la venta de todas las armas convencionales que puedan fortalecer al Ejército de Pyongyang, incluyendo armas ligeras. Se prohíbe, además, la venta de objetos de lujo –como relojes o equipos deportivos recreativos– e impone prohibiciones de viaje y congelación de activos a 16 individuos y 12 entidades de Corea del Norte”.
En respuesta, Corea del Norte hizo un nuevo lanzamiento de misiles de corto alcance. Pero a pesar de las sanciones de la ONU, las negociaciones entre Estados Unidos y China generaron las sanciones más duras después de dos décadas. Varios medios reseñaron que entre ellas se “incluye un embargo total de armas, restricciones financieras a las empresas que hagan negocios con Corea del Norte, prohibiciones de viaje y congelamiento de fondos de funcionarios, y restricciones de exportaciones de carbón y otros minerales provenientes de ese país”.
Y precisamente el 5 de marzo se cumplió una de las primeras restricciones. La BBC informó que Filipinas retuvo un barco norcoreano. El portavoz de la vicepresidencia filipina, Manolo Quezon, indicó que su país «tenía que hacer su parte para que se cumplan las sanciones».
De igual manera, Estados Unidos y Corea del Norte iniciaron sus maniobras militares y se espera que llegue esta semana a la ciudad portuaria de Busan un portaaviones de propulsión nuclear. Según la prensa norteamericana, Estados Unidos ha puesto en marcha este año el mayor despliegue de tropas visto hasta la fecha en esta zona. «Aproximadamente 7 000 soldados componen el grupo de ataque», una cifra que se eleva hasta más de 15 000 si se suman a los que tomarán parte en los ejercicios conjuntos Foal Eagle que tendrán lugar posteriormente hasta el 30 de abril.
Pero Corea del Norte ha insistido y en su último comunicado el Gobierno afirmó que «El Ejército Popular de (Corea del Norte) ejecutará actos militares preventivos de neutralización que podrían suponer golpes mortíferos y sin piedad contra el enemigo”.
El comunicado también señaló que las fuerzas norcoreanas cuentan con objetivos militares surcoreanos de importancia estratégica «dentro de su alcance», así como con bases estadounidenses en la región Asia-Pacífico. Y añadió: «Si pulsáramos ahora mismo los botones para aniquilar a nuestros enemigos, todas las bases origen de sus provocaciones serían reducidas a mares de llamas y cenizas en un instante».