El sistema económico no resuelve todos los problemas relacionados con el bienestar de la familia. Las ineficiencias estructurales son compensadas a través de labores no monetarias de sus miembros.

Como una colaboración especial a propósito del 8 de marzo, Andrés Mideros, secretario Técnico para la Erradicación de la Pobreza, elaboró un diagnóstico sobre ‘la cuestión social’ en Ecuador. Mediante comparaciones entre 2007 y 2015, el estudio permite apreciar también cambios en las principales variables de la ‘economía del cuidado’.

Este ámbito incluye modalidades de elaboración de bienes y servicios imprescindibles para la sociedad. No obstante, aquellas no suelen ser reconocidas como ‘actividades productivas’ ni, tampoco, suelen recibir una remuneración monetaria. La apreciación de esos otros aspectos de la economía ecuatoriana, sin embargo, ofrece indicios sobre cuáles podrían ser los principales retos a abordar a futuro como país.

Educación En los últimos 9 años, los indicadores de asistencia a la educación mejoraron para toda la población ecuatoriana. Entre 2007 y 2015, la tasa de asistencia a educación básica (5 a 14 años) aumentó de 91% a 96% tanto en hombres como en mujeres. También la tasa de asistencia al bachillerato (15 a 17 años) subió de 48% a 66% para hombres y de 55% a 70% para mujeres. Si bien aquellos incrementos evidencian una reducción de la brecha de asistencia entre géneros, las diferencias subsisten en otros aspectos y sentidos. Según datos a 2015, en el rango de edad ente 15 y 17 años, no asisten al colegio el 34% de los hombres y el 30% de las mujeres. Por otra parte, según datos de la Enemdu (2015), la educación superior aparece como el nivel de instrucción en el 23% de mujeres y en el 21% de hombres.

En el grupo de personas que no asisten a instituciones de estudios superiores, se observa que la falta de recursos económicos es la principal razón para la inasistencia en ambos géneros. A pesar de las opciones abiertas por las políticas educativas, la realización de quehaceres y la oposición familiar permanecen todavía como razones para la inasistencia de las mujeres a los estudios superiores. En los hombres, los motivos de inasistencia principales son la edad y el fracaso escolar.

Empleo Entre 2007 y 2015, el empleo adecuado en la población masculina aumentó en 2,6 puntos porcentuales, pasando del 50,5% al 53,1% de la PEA. En el caso de las mujeres, el empleo adecuado aumentó de 32,4% al 36,9%. Por tanto, la brecha de género en este indicador también disminuyó de 18 a 16 puntos porcentuales. Con respecto al empleo inadecuado, se observó a su vez una mejora para toda la población. Entre 2007 y 2015, aquel disminuyó de 59,8% a 56,5% en los hombres y de 44,6% a 42,3% en las mujeres.

Es decir, para 2015 se mantiene una brecha de género en empleo inadecuada de 14,2 puntos porcentuales. Según el estudio de la Setep, el porcentaje de empleo inadecuado experimentado por las mujeres estaría relacionado con las dificultades existentes para conjugar el trabajo productivo y reproductivo. Esta circunstancia les conduciría a las mujeres a optar por empleos relativamente más flexibles pero con menores remuneraciones. Por otra parte, entre 2007 y 2015 el desempleo disminuyó de 6,7% a 6% para hombres; no obstante se mantuvo fluctuando alrededor de 3,8% para mujeres.

A nivel nacional, para toda población, el desempleo llegó a 4,77% en 2015. Ocupación En Ecuador, la estructura de la ocupación parecería haber experimentado ligeras modificaciones en sus patrones tradicionales. En 2015, mientras el 28,7% de los hombres y el 21,13% de las mujeres trabajaba en el sector primario, el 24,13% de los hombres y el 10,35% de las mujeres trabajaba en actividades secundarias. En cambio, el 47,18% de los hombres y del 68,52% de las mujeres proporcionan servicios.

Esta preeminencia de las mujeres en el sector terciario expresaría, de manera indirecta, una cierta tendencia hacia la ‘feminización’ de las ocupaciones que persiste en el país. “Las actividades mayormente feminizadas son aquellas que pueden ser consideradas como una extensión de las labores de cuidado en el hogar. Entre estas, por ejemplo, se encuentran los servicios sociales, los servicios de alojamiento y los servicios de salud y enseñanza”, indica el estudio de la Setep. Ingresos