Miles de trabajadores y estudiantes se manifestaron este miércoles en París y otras ciudades de Francia contra una impopular reforma laboral que dividió a la mayoría socialista del presidente François Hollande, a 14 meses de las próximas elecciones.
Cerca de medio millón de personas acudieron a las protestas en toda Francia, según cifras estimadas por varios sindicatos. Solo en París se estima que la concentración fue de 100 mil personas, en tanto que la Policía redujo a algo menos de 30 mil la participación en la capital.
Según el Ministerio del Interior, un total de 224 mil personas se movilizaron en todo el país. «Myriam El Khomri (ministra del Trabajo), estás perdida, la juventud está unida», gritaban los manifestantes, que consideran que ese proyecto de ley fragiliza las garantías de empleo y amenaza sus perspectivas de carrera.
La reforma incluye medidas que otorgarían más flexibilidad a las empresas para contratar y despedir a los trabajadores, en un intento por doblegar el desempleo que ronda el 10,2% y que afecta principalmente a los jóvenes (24%). También reduciría el pago de horas extra más allá de la jornada laboral de 35 horas semanales, que fue instaurada en la década de los 90 en un intento de los socialistas para impulsar el empleo.
En algunos sectores, los jóvenes podrían trabajar hasta 40 horas semanales. Para William Martinet, presidente del sindicato estudiantil UNEF, esas medidas constituyen «una traición contra los jóvenes». Más de un millón de personas firmaron una petición en línea contra del proyecto de ley, que según un sondeo es rechazado por 7 de cada 10 franceses.
Hollande, que hizo campaña en 2007 con la promesa de mejorar las perspectivas de los jóvenes, defendió el martes la ley, asegurando que brindaría «más estabilidad laboral» a los jóvenes. «Debemos también dar a las empresas la oportunidad de contratar más, ofrecer seguridad laboral a los jóvenes a lo largo de sus vidas, y proporcionar flexibilidad para las empresas», alegó el mandatario.
El primer ministro Manuel Valls inició el lunes 3 días de consultas con los sindicatos, en una tentativa de salvar la ley ante las críticas que ya obligaron al gobierno a aplazar hasta fin de mes su presentación, inicialmente prevista para esta semana. Hollande y Valls han sido acusados por prominentes miembros de su propio partido de ser demasiado favorables a las empresas y de haber dado un giro a la derecha.
Otras medidas, como el proyecto de ley para despojar de la nacionalidad francesa a personas condenadas por terrorismo, acrecentaron el malestar en el electorado socialista. La popularidad de Hollande se halla por los suelos, en un mínimo histórico de 15%, y la de Valls se sitúa en 20%, a 14 meses de los comicios de mayo de 2017, en las que el mandatario podría buscar un segundo mandato. Sistema ‘en las últimas’ No obstante, los partidarios de la reforma estiman que para reactivar la economía francesa es fundamental crear puestos de trabajo y mantener la competitividad. El ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, dijo el martes que el desempleo no ha caído por debajo de 7% en 30 años. «¿Lo hemos intentado todo? Veamos fuera de Francia. ¿Qué ha sucedido en otros lugares? Todos han evolucionado, todos han hecho cosas», declaró.
El primer ministro italiano Matteo Renzi, que impulsó reformas similares, llamó el martes a los franceses a «no dejarse asustar por el cambio». «En Italia funcionaron. Hemos creado 760 000 empleos», destacó. El diario Le Parisien evocó los ejemplos de otras reformas en España, Italia y Gran Bretaña, para llegar a la conclusión de que el código laboral de Francia «no está adaptado a nuestra época». «Negar la necesidad de la reforma es negar que el mundo que nos rodea está en movimiento, que nuestro sistema social está en las últimas y que el desempleo no retrocede», sostuvo el diario en un editorial.
Las empresas francesas aducen que son reacias a contratar empleados permanentes debido a los obstáculos que les impide despedirlos en tiempos de vacas flacas. Los jóvenes salen de las universidades y terminan trabajando con contratos temporales durante años o haciendo prácticas con la esperanza de conseguir un trabajo permanente. La ley El Khomri flexibiliza las cláusulas para justificar un despido. Una caída en los pedidos o ventas, o pérdidas de explotación, serían causas suficientes para despedir a personal. Si bien el primer ministro Valls ha dicho que los jóvenes serían los que más se beneficiarán de la ley, las organizaciones juveniles han sido las más claras en pedir su abandono total.