Tan pronto ocurrió el terremoto este sábado a las 18.58 hora local del sábado (23.58 GMT), entre los balnearios costeros de Cojimíes y de Pedernales, en la provincia de Manabí y colindante con Esmeraldas, pero que se sintió en gran parte del territorio ecuatoriano, las redes sociales fueron fundamentales para la ciudadanía.
A diferencia de varias líneas telefónicas, las redes sociales y aplicativos de comunicación, como Whatsapp, permitieron a los ciudadanos constatar el estado de salud y ubicación de familiares y amigos.
Tan pronto ocurrió el terremoto, Twitter fue, a momentos, un muro de lamentos de usuarios que reclamaban más información oficial, pero luego abundaron los mensajes de solidaridad de ciudadanos de a pie que, inmediatamente, comenzaron a organizar colectas y a fijar puntos de encuentro para que hoy se entreguen vituallas.
Un hombre pedía ayuda por Facebook para trasladar en helicóptero a una de sus hijas heridas que, junto a su otra hija y su esposa, fueron rescatadas ocho horas después de quedar atrapadas entre los escombros.
Una mujer agradecía desde otro país, según indicaba, en medio de lágrimas de felicidad, pues gracias a mensajes por Twitter logró contactar con su padre una vez que difundió una fotografía de él y lo localizaron en un centro de atención de la Cruz Roja.
Otra mujer lamentaba la muerte de su padre y pedía en Twitter que recen por su madre que estaba ingresada en un hospital.
Conforme pasaban las horas, se reproducían los mensajes de gente pidiendo información sobre familiares. Fotografías y números de teléfono de contacto circulan por las redes sociales en busca de ayuda. También aquellos que agradecían por las reproducciones de sus mensajes tras localizar a sus allegados.
Las fotografías y vídeos que circularon en las primeras horas del día sobre el momento mismo del terremoto o sus repercusiones fueron dando paso con el avance de las horas a imágenes de gente entregando ayuda en diversos puntos del país.
Agua, alimentos, frazadas, figuran, entre otros, en la lista de los productos que se han dejado en iglesias, puntos de acopio liderados por municipios, instituciones estatales e, incluso, en lugares dispuestos por ciudadanos organizados espontáneamente.
Pero la ayuda no se limitó a la donación de vituallas, en las redes sociales se extendieron pedidos de personal de salud para apoyar en la zona e incluso se exhibieron números telefónicos para ofrecer apoyo profesional psicológico y emocional gratuito.
El Ministerio de Salud exhibió fotografías de médicos que se acercaran a las oficinas de la institución en Quito para inscribirse como voluntarios.
Las redes sociales también han sido la pantalla para que la ciudadanía informe sobre daños en postes o tendidos de alumbrado público afectados en ciudades como Quito, lejanas al epicentro del terremoto.
Sin fronteras, como es el internet, también hay mensajes desde Estados Unidos de una mujer que ha publicado fotos de su padre y hermano que estaban en Ecuador y de quienes no ha tenido noticias tras el terremoto, uno de los más fuertes registrados en la historia del país andino.
En el mar de informaciones que circulan, ciudadanos reencauzan mensajes a las autoridades competentes para ayudar a que las víctimas tengan ayuda oportuna.
Entre esos está un ciudadano que escribía que en un hospital necesitan helicópteros para trasladar heridos, mensaje que otro internauta, más experto en el uso de las redes, reenvió al ministro del Interior, José Serrano.
Aparte de la ayuda difundida a través de Twitter, esa red social, como otras, también fue la ventana para que se propagasen rumores que alertaron a la población, por lo que las autoridades y medios de comunicación han insistido en que se siga la información oficial transmitida, también, por redes sociales.