Según el pronóstico más reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI), este año la economía regional se contraerá un 0,5 %, que se suma al -0,1 % de 2015, y no será hasta 2017 cuando crecerá un 1,5 %.
Latinoamérica «presenta un crecimiento promedio negativo para un segundo año, que se explica por las cuatro economías que están en recesión, Venezuela, Brasil, Ecuador y Argentina», explicó el director del FMI para el Hemisferio Occidental, Alejandro Werner.
En la presentación del informe Panorama Económico Regional para América Latina y el Caribe, en la Ciudad de México, Werner subrayó las debilidades y fortalezas del subcontinente.
Sobresale el «importante» crecimiento de la deuda de las empresas privadas no financieras, que aumentó en las cinco economías más importantes de América Latina -Brasil, Chile, Colombia, México y Perú- de 170.000 millones de dólares en 2010 (4,3 % del PIB) a 380.000 millones de dólares en 2015 (10,5 % del PIB).
«Gran parte de esto está concentrado en el sector energía y en otros sectores de materias primas», advirtió Werner, por lo que el Fondo considera necesario «revisar» este deuda acumulada en su mayoría en bonos en divisas extranjeras.
En la presentación de este estudio, el director para el Hemisferio Occidental también subrayó los baches en infraestructura.
«Hay una necesidad de seguir impulsando esta agenda», dijo, luego de exponer una gráfica en la que solo Chile -no así Argentina, Brasil, Perú, México y Colombia- tiene una calidad de infraestructura similar a la de sus principales rivales comerciales.
Además de ello, la región tiene que hacer frente a un aumento del gasto público que en la última década ha crecido en proporción del Producto Interno Bruto (PIB), señaló.
«Ha de haber niveles de eficiencia muy importantes (…) para contener el crecimiento del gasto y lograr eficiencias», apuntó.
Puso como ejemplo que el incremento al gasto público pasó de representar el 20 % del PIB al 40 % en Argentina en la última década, del 30 al 34 % en Brasil o del 19 % al 25 % en México.
Positivamente, celebró que la depreciación de muchas divisas frente al dólar no haya repercutido en la inflación, que presenta niveles relativamente bajos, lo que atribuyó a las medidas preventivas tomadas y por los bancos centrales.
Así, depreciaciones de hasta el 50 % de la moneda nacional han generado inflaciones «relativamente bajas» de entre el 2 % y el 9 %.
En la crisis mexicana de 1995, puso como ejemplo, una devaluación real del 30 % llevó a una inflación promedio de casi el 40 %.
No obstante, de esta subida de los precios no se salva Venezuela, que para este año tiene un pronóstico de inflación del 720 %, que aumentará hasta el 2.200 % en 2017.
Con una contracción del PIB este 2016 del 8 %, la nación bolivariana tiene una situación que «no es sostenible a mediano plazo», sentenció el representante del FMI.
Este crecimiento regional negativo, puntualizó, se centrará especialmente el Suramérica, mientras que Centroamérica, el Caribe y México serán empujados por una economía norteamericana -principalmente de EE.UU.- donde «el consumidor sigue aumentado su gasto».
También porque Centroamérica, dependiente del petróleo, se ve beneficiada por sus bajos precios.
A modo de conclusión, Werner resaltó que para salir de este ciclo negativo América Latina debe fomentar sus «fuentes domésticas» de crecimiento tras la evidencia de que el «impulso externo» ha aminorado.
Y «claramente las fuentes internas tienen que estar por el lado estructural en educación, Estado de Derecho, infraestructura», y adaptados a las características de cada nación, sentenció.
En este punto, abogó por implementar reformas como las promulgadas en México en la actual Administración de Enrique Peña Nieto, como la energética o la de telecomunicaciones.
Werner remarcó que la economía mexicana no logrará crecer al 3 % hasta la próxima década, a pesar de las reformas y los ajustes al gasto público, en gran parte debido a las embestidas globales y al bajo precio del crudo.