La imagen del pequeño de 5 años con un dorsal de Messi hecho con una bolsa de plástico dio la vuelta al mundo el pasado enero a través de redes sociales y el menor recibió al mes siguiente una equipación oficial firmada por el futbolista argentino del F.C. Barcelona.
El padre aseguró en conversación telefónica que la familia huyó de Kabul hace mes y medio «porque los secuestradores llamaban a diario amenazándonos, maldiciéndonos, regañándonos con que por qué el niño no memorizaba el sagrado Corán en vez de jugar al fútbol».
La familia se trasladó en marzo a Islamabad, donde solicitó asilo a través de Naciones Unidas, y de allí a Quetta, en el oeste de Pakistán, donde reside en la zona hazara de la ciudad, minoría chií a la que pertenece y que en Afganistán es objeto de secuestros y asesinatos sectarios.
«No estamos felices de dejar Afganistán, pero la presión y la mala situación nos forzaron», relató el padre, quien añadió que su único propósito fue «salvar» a su hijo «después de que se hiciera famoso».
Ahmadi, su esposa y cinco hijos, tres niños y dos niñas, tienen visado para permanecer seis meses en Pakistán y esperan que unos amigos les ayuden a viajar a Estados Unidos, pero reconoció no estar seguro «de qué pasará».
«Mi hijo Murtaza Jan todavía tiene las camisetas que recibió de Messi e incluso la bolsa de plástico que le hizo famoso y aún espera conocerle algún día», confesó.
Sin embargo, no es feliz en Quetta al no poder salir a jugar al fútbol, ya que «es como un prisionero», aseveró el progenitor.
El chico recibió en febrero camisetas de la selección argentina y un balón firmados por la estrella del F.C. Barcelona español, tras haberse trasladado su familia a Kabul desde una remota aldea de la provincia afgana de Ghazni (sureste) con la esperanza de cumplir su sueño de encontrarse con el argentino.
La Federación Afgana de Fútbol (AFF) había tratado de cerrar una cita que finalmente no fue posible.