El mandatario también advirtió de que no se construirán viviendas en zonas de riesgo como las que ocupaban muchas casas derribadas por el terremoto, por lo que pidió a las personas que las ocupaban que entiendan que no pueden reinstalarse en los mismos lugares.
«Es el momento de enmendar lo que estaba mal hecho», aseveró.
El gobernante hizo estas consideraciones tras efectuar hoy una visita a zonas afectadas por el terremoto en las localidades de Manta y Babahoyo y subrayó que existen 19 albergues gestionados por el Gobierno que reúnen condiciones adecuadas para los damnificados.
En un encuentro con periodistas, Correa indicó que incluso los albergues formales deberían ser «el último de los recursos» porque las personas que han perdido su vivienda deberían instalarse con familiares.
El Gobierno ofrece un bono de 200 dólares por albergar a las familias damnificadas durante un máximo de seis meses, aunque los afectados también pueden recibir el bono para alquilar un alojamiento temporal.
El presidente, por ello, pidió a las organizaciones que suministran alimentos a las personas alojadas en refugios improvisados que actúen en coordinación con las autoridades «para poder ayudar de mejor forma» porque, según dijo, «todos esos refugios tienen que ir, poco a poco, desapareciendo».
Correa consideró inaceptable que personas afectadas por la catástrofe sigan durante mucho tiempo en refugios informales, donde pueden darse situaciones de inseguridad y falta de higiene, donde conviven «niños al lado de adultos» y pueden producirse incluso «abusos sexuales», señaló.
Indicó que los albergues oficiales disponen de energía eléctrica, duchas, asistencia sanitaria, psicólogos, motivadores para niños, seguridad, cocinas adecuadas y comida caliente por lo que, en caso de necesidad, constituyen el lugar más adecuado para acoger a los afectados por el terremoto.
El terremoto del pasado 16 de abril, de magnitud 7,8, asoló un sector de la costa norte de Ecuador, especialmente la provincia de Manabí y el sur de su vecina de Esmeraldas.
Un último informe de la Secretaría de Gestión de Riesgo señala que la potente sacudida dejó 660 muertos, 14 permanecen desaparecidas, 33.757 personas ubicadas en albergues temporales y multimillonarias pérdidas materiales.