A un año y medio de celebrarse las elecciones presidenciales en EEUU, la expectativa por conocer quién será el nuevo líder norteamericano crece a pasos agigantados.

Bajo el lema “Make America Great Again” o hagamos grande a América de nuevo, el multimillonario Donald Trump ha tenido grandes avances en su ambiciosa carrera por el Gobierno estadounidense. Tanto así que en cuatro meses, sus once oponentes republicanos se han retirado del camino a la Presidencia. Los últimos dos en abandonar la carrera fueron Ted Cruz, su más fuerte rival, y John Kasich, el último opositor, luego de que Trump ganara en Indiana su séptima contienda electoral consecutiva por la nominación presidencial del Partido Republicano.

Con el camino libre, Donald Trump ganó el pasado martes en Virginia Occidental y Nebraska en unas primarias, mientras que el senador Bernie Sanders se impuso ante Hillary Clinton en las elecciones internas del Partido Demócrata en Virginia Occidental. Sin embargo, el candidato virtual del Partido Republicano necesita seguir sumando delegados y lograr al menos 1 237 de los 2 472 que acudirán a la Convención Nacional Republicana para asegurarse la nominación.

Y es que el controversial magnate de 69 años ha sido claro desde un inicio con sus planteamientos, sobre todo en la propuesta central de su campaña, que es el plan para construir un muro a lo largo de la frontera con México, como una medida contra el paso de inmigrantes ilegales, criminales y el narcotráfico, y que por cierto, sería pagado por los mismos mexicanos.

En un principio, fueron, y todavía existen, muchos escépticos sobre si Trump realmente podría ganar la Presidencia, pero sin contrincantes en las filas republicanas, ha empezado a surgir la pregunta, ¿qué sucede si llega a ser el Primer Mandatario de Estados Unidos? Trump promete defender la fuerza económica y el poder militar de ese país.

El candidato se comprometió a “bombardear intensamente” al Estado Islámico en Iraq —especialmente los pozos petroleros que han capturado en ese país— para privarlo de ingresos. Respecto a los refugiados sirios, y generalmente con los musulmanes de cualquier parte del mundo, Trump asegura que Estados Unidos no los aceptará. Asimismo, para su lucha contra el terrorismo, afirmó que reanudaría la técnica de interrogación conocida como “submarino”, al agregar que “no es lo suficientemente dura”. A los votantes les dijo: “La tortura funciona”. El multimillonario republicano también conservaría la prisión estadounidense de Guantánamo, en Cuba.

En cuanto al comercio, Trump adelantó que tiene previsto imponer un arancel del 45 % a las importaciones chinas y de 35 % a las de México, algo que según economistas y empresarios generaría agitación en los mercados e incluso una recesión. “Pekín y Ciudad de México van a tomar represalias en las cosas que probablemente nos van a afectar más”, dijo Susan Schwab, representante comercial de Estados Unidos entre 2006 y 2009. No obstante, para el economista Pedro Navarro, de la Universidad de California, “bajo una presidencia de Trump, la política exterior será firme y proactiva, similar a la de los años de (Ronald) Reagan… una clásica paz a través de una fortaleza económica y militar, en lugar de la vacilante y peligrosa debilidad de la actual Casa Blanca”.

Todos estos factores han causado en muchos el desconcierto, ya que, aunque todavía resta tiempo para las elecciones, con la victoria el martes en Indiana, desde la campaña de Hillary Clinton y la dirigencia del propio Partido Republicano han salido tuits reconociendo a Trump como el virtual candidato de la colectividad conservadora. Es verdad que nada está dicho todavía, pero lo que para muchos norteamericanos y otros ciudadanos del mundo parecía imposible se está volviendo real.