Rousseff recibió a un grupo de corresponsales extranjeros en el Palacio de la Alvorada, residencia oficial de la Presidencia que aún conserva, y dijo que durante los 180 días que pueden durar el juicio político y su suspensión se concentrará en su defensa.
Si Rousseff lograra convencer al Senado de su inocencia y fuera absuelta, recuperaría su cargo una vez que concluya el proceso, pero si resultara sustituida, un extremo que ella no contempla, Temer completaría el mandato que concluye el 1 de enero de 2019.
Junto al ex abogado general del Estado José Eduardo Cardozo, que ahora sigue al frente de su defensa, Rousseff se mostró tranquila, relajada y segura de que podrá demostrar que «no hay bases jurídicas para este proceso, que no es más que un golpe».
Aseguró también que ejercerá su defensa en todos los planos posibles, ya que se trata de un juicio con carácter «político», pues, en su opinión, el Parlamento ha obviado lo jurídico al iniciar un proceso «sin que haya delito».
«Nos tenemos que defender jurídica y políticamente y la defensa política se hará frente a toda la sociedad brasileña, allá a donde sea invitada, pues compareceré en forma limpia y transparente para explicar las verdaderas razones que llevaron a este proceso», dijo.
Cardozo, a su turno, aunque evitó aclarar cuáles, dijo que aún le quedan cartas por jugar en defensa de Rousseff frente a la Corte Suprema, que hasta ahora ha avalado la legalidad del proceso.
También dijo que no descarta acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero aclaró que aún «no es el momento».
Las acusaciones a las que responderá Rousseff se fundamentan en unas maniobras irregulares con las que el Gobierno maquilló sus resultados de 2014 y 2015, que frente a la Justicia no suponen un delito y que, según ella, son usuales en la administración pública brasileña.
«Todos los Gobiernos anteriores hicieron eso, pero solo a mí me procesan», volvió a reclamar Rousseff, quien también fue crítica con los primeros anuncios hechos por su sucesor interino, que inició su gestión este jueves, horas después de que ella fue suspendida del cargo.
Rousseff no evitó hacer comentarios sobre la gestión que empezó Temer este jueves y alertó de los «riesgos» que corren el país y su democracia desde que están bajo lo que calificó sin pelos en la lengua de «Gobierno ilegítimo» e «ilegal».
«No sé si el riesgo existe ahora, en este momento. Pero creo que un Gobierno ilegítimo precisará siempre de mecanismos ilegítimos para mantenerse en el poder», advirtió Rousseff, quien prefiere ser llamada «presidenta electa» antes que «suspendida».
En su opinión, la gestión de Temer será «liberal en la economía y conservadora en las áreas social y cultural».
Rousseff, la primera mujer elegida para gobernar el país, lamentó también que «después de mucho tiempo, por primera vez no haya en el Gobierno brasileño ni mujeres ni negros».
Temer anunció este jueves su gabinete, y todos sus integrantes son hombres y de tez clara, lo que Rousseff consideró que eso «es una imagen» de lo que será su gestión.
«Hay un problema de representatividad», sobre todo en relación a las mujeres, que suponen más del 50 % de la población brasileña, dijo.
«La cuestión de género es fundamental para la democracia en Brasil», sostuvo Rousseff, quien la igualó en ese sentido a los asuntos raciales y a la discriminación que sufre la población negra.
Sobre su propia vida, admitió que ahora dispondrá de algo más de tiempo para asuntos personales que sus funciones la obligaban a dejar de lado, aunque aclaró que tampoco será tanto.
«Será más, pero no habrá mucho tiempo para cuestiones personales» por la necesidad de concentrarse en su defensa. Sin embargo, indicó que «como mujer», ya ha aprendido a «hacer un poco de malabarismo» y encontrar espacios para «lo profesional y lo personal».