A comienzos de semana lo más comentado fueron las recientes encuestas de intención de voto en las elecciones presidenciales de noviembre, que muestran que la ventaja que Clinton ha mantenido sobre Trump durante meses está desapareciendo.
En el promedio diario que elabora la página web RealClearPolitics sobre esos sondeos, Trump llegó incluso a superar a Clinton, con un 43,4 % de apoyo frente a un 43,2 %.
Pero la peor noticia para la exjefa de la diplomacia estadounidense y ex primera dama llegó el miércoles con la divulgación de una auditoría del inspector general del Departamento de Estado muy crítica con el uso que Clinton hizo de su correo electrónico privado, que asegura que no fue autorizado expresamente por esa agencia y viola las regulaciones federales.
Clinton utilizó un servidor particular para enviar y almacenar correos electrónicos que generó en el desempeño de sus labores a la cabeza del Departamento de Estado durante cuatro años, cargo que ocupó de 2009 a comienzos de 2013.
El informe también señala que Clinton y sus más inmediatos asesores no colaboraron con la investigación y que la candidata rechazó ser entrevistada por el inspector general del Departamento de Estado, Steve Linick.
Pese a haber entregado unos 30.000 mensajes, Clinton ha indicado que borró un número similar al haberlos estimado como temas personales, mientras que otros casi 2.000 han sido considerados clasificados.
Esta auditoría ha salido a la luz mientras el Buró Federal de Investigaciones (FBI) trabaja para determinar posibles vías de acción por el uso indebido de los correos electrónicos, en el caso de que, por ejemplo, hayan expuesto secretos gubernamentales a piratas informáticos.
Más allá de las cuestiones de seguridad, «es innegable» que el informe del inspector general «aviva las dudas sobre la fiabilidad de Clinton», apuntó el periódico «The New York Times» en un editorial.
Para el diario, el reto de Clinton es «demostrar que es la política bien cualificada que sus seguidores conocen, sobre la base de su variada carrera como senadora, secretaria de Estado y primera dama», pero debe hacerlo no con un cambio de campaña «forzado», sino «con una inversión mucho mayor de sinceridad ante el público».
Como colofón de la semana «negra» de Clinton, el jueves Trump superó la cifra de los 1.237 delegados necesarios para ser proclamado oficialmente candidato republicano y enterrar de una vez por todas la posibilidad de una convención disputada en Cleveland (Ohio) en julio.
«Aquí estoy viendo cómo Hillary (Clinton) lucha y no puede imponerse», declaró victorioso el magnate desde Dakota del Norte.
Clinton todavía no tiene los delegados necesarios para asegurarse la nominación demócrata, pero, salvo sorpresas, los conseguirá en las primarias que se celebrarán el próximo 7 de junio en varios estados, entre ellos California, el más poblado del país.
Aunque el único rival de Clinton, Bernie Sanders, no tiene opciones reales de lograr la candidatura demócrata, ha prometido permanecer en la contienda hasta la convención que el partido celebrará en julio en Filadelfia, donde él y sus seguidores quieren hacerse oír.
Además, Sanders está cuestionando el papel de la presidenta del Comité Nacional Demócrata (DNC), Debbie Wasserman Schultz, cuya organización y supervisión de la contienda considera parcial en beneficio de Clinton.