La compañía anunció que a partir del 17 de junio suspenderá indefinidamente sus vuelos a Venezuela, un país que lucha contra una abrumadora crisis económica y humanitaria.
Andreas Bartles, un portavoz de Lufthansa, dijo que hay dos razones por las cuales se tomó esta decisión.
La primera es que no hay una demanda suficiente —particularmente entre viajeros de negocios— para llenar los vuelos. Y la segunda razón es que la compañía tiene problemas para convertir la moneda venezolana, pues usa complicados tipos de cambio de divisas.
El sistema oficial de cambio de Venezuela es complicado y tiene varios niveles. Una tasa permite que los ciudadanos cambien dólares a 306 bolívares, muy por debajo de la tasa en el mercado negro, donde la mayoría de venezolanos cambia sus dólares por bolívares, y un dólar equivale a 1.125 bolívares.
Venezuela es altamente dependiente de sus reservas masivas de petróleo y dos años de precios persistentemente bajos han afectado profundamente la economía del país.
Una tasa de vuelos más bajo es de lejos uno de los únicos problemas de Venezuela. La crisis económica ha estimulado el racionamiento de alimentos, medicinas y el desempleo masivo.
El Fondo Monetario Internacional espera que la tasa de desempleo en ese país llegue a 21% el próximo año.
El gobierno ha ordenado apagones para ahorrar energía y los empleados del sector público solamente trabajan dos días a la semana.
Esta situación ha generado la preocupación de muchas compañías internacionales. El año pasado múltiples empresas de transporte aéreo —entre ellas Delta Airlines y American Airlines, así como Air Canada y Alitalia— planearon reducir o suspender completamente los vuelos en Venezuela.
La compañía Coca-Cola recientemente anunció que paró temporalmente la producción en medio de la escasez de azúcar en ese país.