Las autoridades turcas han elevado este miércoles a 41 las víctimas mortales (de las que 37 han sido identificadas) del atentado perpetrado la víspera por tres suicidas en el aeropuerto Atatürk de Estambul, según el último balance difundido por la oficina del gobernador. Esta informó de que diez de los fallecidos son extranjeros, otros tres fallecidos tenían otra nacionalidad además de la turca y 23 eran turcos. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha confirmado desde Bruselas, donde participa en la cumbre del Brexit, que no hay españoles entre los fallecidos. De las 239 personas que resultaron heridas, 109 ya han sido dados de alta, según ese balance.
Los fallecidos foráneos eran de Arabia Saudí (5), Irak (2), China (1), Jordania (1), Túnez (1), Uzbekistán (1), Irán y Ucrania (1), según el instituto forense turco citado por la BBC.
Ningún grupo ha asumido el atentado pero el Gobierno turco tiene al ISIS como el principal sospechoso desde el primer momento. «Todos los indicios apuntan al Daesh», ha dicho el primer ministro refiriéndose al ISIS por el acrónimo con el que es conocido en la región. El ataque supone un duro golpe al sexto mercado turístico del mundo, que se ha visto gravemente afectado por una serie de atentados, perpetrados por el ISIS y por kurdos en los últimos meses.
Este sería el último ataque de una larga serie con las que tanto los yihadistas del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) como los milicianos nacionalistas kurdos de varios grupos armados han provocado más de 250 muertos durante el último año en el país. Turquía, uno de los más importantes miembros de la OTAN, ha pasado de ser un oasis de paz en medio del caos de Oriente Próximo a sucumbir a las tensiones que azotan la zona.
El aeródromo ha empezado a recuperar los vuelos y diversos Gobiernos han actualizado sus recomendaciones de viaje para aquellos que tienen previsto desplazarse a Turquía.