El pedido del papa argentino fue lanzado desde la ciudad de San Francisco durante el acto de clausura de la jornada por la paz en el mundo.
«Dios nos lo pide, nos exhorta a afrontar la gran enfermedad de nuestro tiempo: la indiferencia. Es un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia», dijo el pontífice en su discurso pronunciado ante los representantes de diferentes religiones de todo el mundo reunidos en Asís para pedir que cesen los atentados, la violencia y las guerras que azotan al planeta. «Juntos deseamos dar voz a los que sufren, a los que no tienen voz y no son escuchados. Ellos saben bien, a menudo mejor que los poderosos, que no hay futuro en la guerra y que la violencia de las armas destruye la alegría de la vida», recalcó el papa.
«Sólo la paz es santa y no la guerra», reiteró Francisco, quien volvió a condenar a aquellos que matan en nombre de Dios.
«No nos cansamos de repetir que nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia», dijo. En su discurso, el papa invitó a los responsables religiosos a ser «sólidos puentes de diálogo, mediadores creativos de paz».
Al encuentro asisten seis premios Nobel de la Paz, así como Muhammad Sammak, consejero político del Gran Muftí del Líbano, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el jefe de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, y el patriarca Efrén II de la Iglesia ortodoxa de Siria, cuyo país sufre una guerra que ya es emblema del siglo XXI.