La filosofía de «Estados Unidos primero» que Trump adoptó en su campaña electoral parece destinada a reflejarse en su propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018, que presentará a mediados de marzo y que, según adelantaron esta semana varios medios, incluirá un recorte del 37 % en los fondos para el Departamento de Estado.
«Hemos financiado y construido un proyecto global tras otro mientras ignorábamos los destinos de nuestros niños en ciudades como Chicago», dijo Trump esta semana en su discurso ante el Congreso.
La Casa Blanca no ha confirmado la cifra de recortes adelantada por los medios, pero un portavoz de la oficina de presupuesto, John Czwartacki, subrayó que el Gobierno de Trump «gastará menos en otros países a medida que defina nuevas prioridades para emplear los dólares de los contribuyentes estadounidenses».
Los fondos para el Departamento de Estado y la Agencia Estadounidense para el Desarrollo (Usaid) rondan los 50.000 millones de dólares anuales y suponen menos de un 1 % del presupuesto del Gobierno federal, que supera los 3 billones de dólares al año.
El recorte en la ayuda exterior tiene como objetivo, en parte, cubrir un aumento en el presupuesto militar de un 10 %, equivalente a 54.000 millones de dólares, que se sumarían a los alrededor de 590.000 millones de dólares que EEUU gasta al año en Defensa.
Los planes de Trump para el Departamento de Estado se han topado con la resistencia tanto de republicanos como de demócratas en el Congreso, y con las críticas de un centenar de generales retirados.
«Muchas crisis a las que se enfrenta nuestro país no tienen solamente una solución militar», indicaron los generales en una carta enviada al Gabinete de Trump y a varios líderes del Congreso.
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, dijo esta semana que un recorte del 37 % en el presupuesto del Departamento de Estado «probablemente» no recibirá el visto bueno de la Cámara Alta y uno de sus colegas, Lindsay Graham, declaró que el plan de Trump está «muerto», sin opciones de salir adelante.
«No va a suceder. Sería un desastre. Si quitas la diplomacia de la mesa, nunca vas a ganar guerras», dijo el republicano Graham.
Los destacados senadores republicanos John McCain y Marco Rubio también han criticado la propuesta y unos cien congresistas demócratas enviaron el miércoles una carta al secretario de Estado, Rex Tillerson, en la que le piden presionar para que la Casa Blanca no recorte en «diplomacia y desarrollo».
Algunos expertos ven la cifra del 37 % como una posible estrategia negociadora de Trump para que el Congreso acceda a un recorte más modesto pero aún así sustancial en las arcas del Departamento de Estado, al exagerar su propuesta para que los senadores se vean obligados a llegar a un punto medio.
Otros, en cambio, ven la propuesta como parte de un desdén por el Departamento de Estado que Trump ha manifestado en su primer mes en el poder y de la voluntad de «deconstrucción del Estado administrativo» que el estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, se marcó como objetivo en un reciente discurso.
En caso de que finalmente haya una reducción cercana al 37 % en el presupuesto, eso provocaría «profundos recortes en general para casi todos los programas de ayuda exterior y del Departamento de Estado», según explicó a Efe un experto en los programas de EEUU para el desarrollo, Conor M. Savoy.
«Estamos hablando de un recorte de unos 18.500 millones de dólares», precisó el experto, que trabaja para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Si el recorte llega al 37 %, «Latinoamérica será una de las regiones más afectadas», dado que «la prioridad irá a las partes del mundo con amenazas terroristas, tropas estadounidenses desplegadas o preocupaciones sobre la agresión china o rusa», opinó Adam Isacson, un experto en el gasto de EEUU en el continente.