La investigación, liderada por el Instituto Gulbenkian de Ciencia (IGC), identificó neuronas del sistema nervioso periférico que actúan sobre el tejido adiposo y constató que su eliminación provocó un significativo y rápido aumento de peso en los ratones.
Esta técnica, aseguran sus responsables, abre la puerta al estudio de un gran número de enfermedades relacionadas con el sistema nervioso periférico y con otras células localizadas fuera del cerebro.
El IGC, en colaboración con la Universidad de Santiago de Compostela (España), la Universidad Cambridge (R.Unido) y las universidades estadounidenses de Yale y Rockefeller, ha dado así un paso más en el estudio de los mecanismos neurobiológicos implicados, entre otros, en la obesidad.
Recientemente, el IGC, con la experta Ana Domingos a la cabeza, descubrió que la activación directa del citado conjunto de neuronas, que inerva el tejido adiposo en ratones, lleva al organismo a quemar grasas.
Para este nuevo estudio, los expertos quisieron comprobar si la eliminación de esas mismas neuronas periféricas provocaba el efecto contrario en los roedores.
Al comprobar que los animales aumentaron sus niveles de grasa, los científicos confirmaron que es posible actuar sobre esas neuronas sin afectar a otras similares que se localizan en el cebrero.
«Ahora podemos estudiar el funcionamiento de muchas células periféricas no solo en la obesidad, sino también en muchas otras enfermedades», destaca Domingos en un comunicado.
Esta técnica se basa en el uso de un receptor de la toxina de la difteria, que introdujeron genéticamente en las neuronas que inervan el tejido adiposo de los ratones para dejarlas expuestas a su acción aniquiladora.
«El problema es que (esta toxina) puede atravesar la barrera hematoencefálica. En consecuencia, no podemos utilizar esta herramienta molecular para eliminar neuronas periféricas sin afectar a neuronas similares que existen en el cebrero», señala Domingos.
Para hacer frente a este problema, los expertos modificaron químicamente la toxina de la difteria para aumentar su tamaño y limitar su acceso al cerebro, ya que, «normalmente, las moléculas grandes» no pueden cruzar la frontera hematoencefálica, recuerda la investigadora.
«Esta nueva técnica nos permitió verificar la importancia que tienen las neuronas que inervan el tejido adiposo para mantener una adiposidad normal. Pero, sobre todo, elimina los posibles efectos secundarios que puede causar sobre el cerebro la técnica anterior», concluye Domingos