El presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional (AN, Parlamento) de Venezuela, el opositor Luis Florido, aseguró hoy que el mandatario Nicolás Maduro necesita la aprobación del Legislativo para poder retirar al país de la Organización de Estados Americanos (OEA).

EFE

El mandatario venezolano «no puede decidir unilateralmente la salida de Venezuela de la Organización de Estados Americanos (OEA) puesto que esto es una decisión que involucra al Estado y, por tanto, debe contarse con la aprobación de la Asamblea Nacional», dijo Florido, según una nota de prensa del Parlamento.

El diputado indicó además que para que su país pueda salirse de la OEA «hay que modificar el artículo 23 de la Constitución» y, según dijo, la forma de hacerlo es a través de una enmienda, una reforma o «por una asamblea nacional constituyente».

«Así que la solicitud que hizo la canciller Delcy Rodríguez es absolutamente nula», afirmó.

El artículo 23 de la Constitución establece que «los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a las establecidas en esta Constitución y en las leyes de la República».

Este artículo dice además que dichos tratados también «son de aplicación inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público».

Según el texto, en la próxima sesión se debatirá un acuerdo en rechazo a la salida de Venezuela del organismo, «por considerar que no le hace ningún bien al país ni es legal salirse de este órgano que busca velar por el cumplimiento de la democracia» del país caribeño.

La ministra de Relaciones Exteriores de Venezuela, Delcy Rodríguez, anunció este miércoles que su país inicia hoy un procedimiento para abandonar la OEA, luego de que este mecanismo convocara una reunión de cancilleres para tratar la situación venezolana sin su aval.

Este fue, a juicio del propio Maduro, un «paso gigante para romper con el intervencionismo imperial».