La proliferación de denuncias sobre este tipo de abusos, que ubicó bajo la lupa a la Unidad Educativa Réplica Aguirre Abad en Guayaquil, replantea un debate de cómo se pueden detectar esas agresiones.
La Fiscalía General del Estado y el Ministerio de Educación advirtieron que seguirán las investigaciones ante un posible caso de una «masiva» agresión sexual a estudiantes del plantel. De momento, la rectora del centro escolar fue removida de sus funciones y se ubicó en la lista de ‘Los Más Buscados’ a uno de los profesores que sería el responsable de este acto. Los casos no son aislados.
Este año también se conoció sobre un docente de la Academia Aeronáutica Mayor Pedro Traversari que cometió agresiones sexuales contra los estudiantes entre 2010 y 2011.
Si bien el profesor recibió pena de prisión, todavía queda en el tapete una serie de medidas que pueden ayudar a los padres a identificar el problema desde su hogar.
Diario EL TELÉGRAFO consultó a especialistas sobre las señales que pueden identificar este problema. Ana Puertas, psicóloga infantil, señala a esta agresión como «un acto con connotaciones sexuales, que las realiza un adulto».
Puertas advirtió que este hecho se ejecuta «sin el consentimiento del menor y en condiciones de desigualdad». El abusador persuade a los menores hasta obligarlos a cumplir actos que los niños no desean. El adulto siente placer al tener el control sobre el menor, indicó la especialista.
Cuando estas agresiones fueron consumadas, señala la especialista, en corto y mediano plazo estalla una «bomba de tiempo», ya que inician manifestaciones que muchas veces pueden pasar por alto.
Por lo general, las alertas manifiestan bajo las siguientes conductas:
1. Deja de hablar. Si bien hay niños que generalmente tienen una conducta callada, cuando un niño vive este tipo de crisis, su silencio es más recurrente.
2. Adquiere una conducta antisocial: evita mirar a la cara de las personas que le platican. Prefiere estar solos y tiende a mostrarse agresivo, para evitar el contacto físico con otras personas.
3. El niño tiene pesadillas recurrentes, pero se niega a hablar qué fue lo que soñó.
4. Moja la cama.
5. Demuestra angustia, sin un aparente motivo, cansancio o apatía para las cosas. Pierde el interés por cosas que antes le gustaba: jugar, visitar amigos, ver televisión.
6. En el entorno escolar son recurrentes los cambios en su rendimiento y puede presentar problemas con las autoridades del plantel.
7. Al jugar, tiende a manifestar conductas lascivas (connotación sexual).
8. Habla de partes sexuales o de actos sexuales, a pesar de que no comprende que este tema todavía no es adecuado para su edad.
9. Puede presentar marcas de golpes (a veces laceraciones en las zonas genitales).
10. Si ya está en contacto con las redes sociales, el niño puede sentir la necesidad de subir mensajes depresivos o de iras.
¿Cómo actuar en estos casos?
Andrés Riofrío, psicólogo y orientador familiar, reconoció que estos casos son muy delicados, por lo que resolverlos implica la unión familiar y un tratamiento inmediato.
Riofrío advirtió que un menor de edad nunca miente sobre estos hechos y que es imperioso darles la atención que requieren. «Sin importar lo que digan o a quién culpen, hay que atenderlos y acudir a un asesoramiento profesional», advirtió el especialista.
El experto reiteró que la familia debe estar pendiente del menor. «Los padres tienen que hacerle sentir que él es inocente de lo que está pasando, pero ahora está a salvo», explicó.