Cayó el campeón, temblaron los favoritos y los dos mejores jugadores del planeta tuvieron un pie en el aeropuerto. El Mundial de Rusia arrancó enloquecido y este sábado se cobrará dos nuevas víctimas cuando Argentina y Francia, y después Uruguay y Portugal maten o mueran en octavos.

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La fiesta acabará demasiado pronto para Messi o Griezmann (que abrirán duelo a las 14H00 GMT en Kazán), y Cristiano Ronaldo o Luis Suárez (18H00 GMT en Sochi), pero el camino se estrecha hacia la final del 15 de julio en Moscú y no hay sitio para casi nadie en este igualado fútbol global que ya no respeta los galones.

Que se lo pregunten a Lionel Messi, candidato a mejor de la historia y líder de una bicampeona del mundo que arrancó fallando un penal ante la debutante Islandia (1-1). Pero aún sería peor, el ganador de cinco Balones de Oro tuvo que asistir impotente a la debacle ante Croacia (3-0) antes de revivir ante Nigeria, cimentando el milagro de la albiceleste (2-1).

Resucitada de entre los muertos, una Argentina desbocada por la adrenalina de quien creyó haberlo perdido todo abrirá unos octavos vibrantes ante una Francia que llega por el camino opuesto.

Cumplieron los prometedores galos ante Australia (2-1) y Perú (1-0), pero acabaron con un insípido empate frente a Dinamarca (0-0) que dejó dudas sobre si el talento todavía tierno de Griezmann, Mbappé y compañía será suficiente contra la rabia contenida de esta generación argentina endurecida por los fracasos.

Será apasionante porque pocas naciones superan en orgullo a estas dos selecciones que ya saben lo que es ser campeonas del mundo y fabricar genios que hacen magia en una cancha cuando les apunta la historia.

La ventaja de la albiceleste es que tiene ahora mismo a uno en plenitud, cuya mayor obsesión es sumar el único título que le falta para convertirse definitivamente en una santidad del fútbol, y de su añorada Argentina.

«Messi es Messi, 65 goles (con la selección) en casi mismo número de partidos (64). Podemos intentar neutralizarlo pero sabemos que con casi nada puede marcar la diferencia», admitió este viernes el seleccionador galo, Didier Deschamps.