Francia permanece en estado de emergencia y en alerta máxima ante un posible ataque terrorista y dos equipos de fuerzas especiales francesas, del Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional (GIGN, por sus siglas en francés), supervisarán la carrera por segundo año consecutivo: uno por helicóptero y otro en la carretera al lado de la carrera.
París, la ciudad natal del director de la carrera, Christian Prudhomme, no es ajena a los ataques terroristas, y los más sobresalientes de ellos fueron los de noviembre del 2015, en los que murieron 130 personas.
«¿Crees que los jóvenes que estaban en un café el 13 de noviembre del 2015 sabían que estaban afrontando riesgos?», le pregunta Prudhomme a CNN Sport desde su oficina con vista al río Sena en París.
«El mensaje principal es que tenemos que seguir viviendo a pesar de las medidas que nos rodean».
Prudhomme siente la responsabilidad personal de que todo el mundo (ciclistas, aficionados e incluso los perros callejeros) se sienta a salvo en la carrera de tres semanas de este año, que se inició este sábado en Dusseldorf (Alemania).
El 14 de julio, día en que se conmemora la Toma de la Bastilla y en el que este año se correrá la decimotercera etapa del Tour entre Saint-Girons y Foix, coincide con el primer aniversario del ataque en Niza, en el que murieron 86 personas y cientos más quedaron heridas luego de que un atacante las atropellara con un camión.
El Tour sigue las medidas impuestas por el Ministerio del Interior y hay un centro de control en cada etapa, mientras que 23.000 policías tratarán de garantizar la seguridad de la carrera.
«Estamos en un diálogo constante y así ha sido durante mis diez años como director de la carrera», dice Prudhomme, hablando a través de un traductor.
Perros rastreadores
«Para mí, el primer riesgo en el Tour se refiere a lo que ocurre en la carretera en términos de seguridad, ya se trate de niños que corren o de un perro que se suelta de su correa», explica Prudhomme.
«El segundo es la situación internacional como ha sido el caso en Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania». «Tenemos el GIGN con algunas medidas que conozco y otras que no, y este año todas las mañanas habrá 14 perros policías para olfatear explosivos. Tenemos que unirnos con Alemania, Bélgica, Gran Bretaña en esto y hacer aún más en el caso de organización de eventos como este».
La búsqueda de un ganador francés
En la oficina de Prudhomme se vive la carrera desde el mapa oficial de ruta de la edición de 2017 en su pared hasta la letanía de libros de ciclismo en la estantería detrás de su escritorio, algunos de los cuales datan de cuando sólo tenía 7 años.
«Mi primer recuerdo del Tour es ver una cara con gafas, y mucha gente. La cara era la de Jan Janssen, quien a punto de ganar el Tour», recuerda, refiriéndose al ciclista holandés que ganó la carrera en 1968.
«Volví a ver el Tour con amigos cerca de Ginebra, quería ver a Raymond Poulidor (su primer ídolo) pero no lo hice, sino que vi a Eddy Merckx con la camiseta amarilla sobre los hombros», añade Prudhomme al recordar a algunos de los grandes de la carrera gala.
«El Tour me hizo querer ser periodista, y nunca imaginé que me convertiría en su director».
Prudhomme ha pasado de ser fanático a comentarista de radio y televisión y a subdirector antes de hacerse cargo de la carrera en el 2007.
¿Lo puede disfrutar aún? «Es menos estresante como periodista», dice, con la cabeza inclinada hacia atrás mientras se ríe.
«Como fanático, sabía todo sobre el Tour, pero ahora estoy más preocupado por un niño que suelta la mano de su padre mientras está en la vera de la carretera».
Francia ha estado clamando por un ganador local del Tour desde 1985, y la discusión sobre si un francés pueda dar el paseo por los Campos Elíseos como campeón del Tour el próximo 23 de julio es ya un lugar común.
Resignado, Prudhomme se encoge de hombros: «En lo que atañe a los meses de junio y julio en Francia, es lo mismo». Todos los ojos se dirigen a Yannick Noah, el último francés ganador del Abierto de Francia, en 1983, y luego a Bernard Hinault, el último ganador galo del Tour en 1985.
«¿Puede un francés ganar el Tour? Hace tres años yo habría dicho que no, pero desde entonces ha habido tres ciclistas franceses en el podio, pero los dos pasos para ir más alto son bastante empinados y de difícil acceso.
«Hay mucha más competencia con más naciones y el evento es tan enorme que incluso si los ciclistas franceses no son buenos, sigue siendo un momento fantástico».
Prudhomme, de 56 años, está convencido de que no quiere que la carrera se haga más grande en el trayecto, con una logística en su límite.
Pero no es ningún secreto su deseo de llevarla a territorios extranjeros. El primer Tour en el que estuvo a cargo comenzó en Londres y la carrera de este año tuvo su primer pedalazo en Alemania.
¿Hay límites para el recorrido? «Vamos a ir donde haya pasión», dice, gesticulando como para resaltar esa pasión. «Si Bélgica estuviera a 20.000 kilómetros de distancia, tendríamos que considerarla por esa pasión».
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La batalla contra el dopaje
Durante el periodo en el que Prudhomme ha estado a cargo, el Tour y el ciclismo en general han limpiado su accionar de forma significativa, pero el espectro de las drogas sigue siendo grande
A principios de esta semana, uno de los compañeros de Alberto Contador, Andre Cardoso, fue suspendido después de una prueba positiva por eritropoyetina para reforzar la sangre (EPO).
Y Prudhomme es lo suficientemente estoico para admitirlo: «La batalla contra el engaño aún existe y continuará existiendo». Es algo que afecta al ciclismo, a otros deportes, pero también lo hace en otros ámbitos.
«Todavía tenemos que luchar y proseguir en ello. El ciclismo en el pasado ha engañado tal vez más que otros deportes, pero las cosas han cambiado considerablemente y ahora ya no es el patito feo de los deportes.
«Ahora más que nunca el talento es recompensado. Veremos el talento recompensado en la carretera».
Fuente: CNN en Español