Tras el represamiento y desbordamiento del río Damas ocurrido la madrugada del 26 de abril, que dejó 4 muertos, casas destruidas y vías y servicios básicos colapsados, los habitantes de la parroquia Alluriquín (en la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas) tratan de retomar sus actividades, aunque con el temor de que las lluvias puedan provocar una nueva desgracia. Algunos damnificados reciben ayuda sicológica, pues temen que un nuevo represamiento destruya más casas, negocios y vidas. La habitante María Calapaqui contó que cada vez que llueve le da ‘miedo’ que su local, ubicado en la calle Sucre, se vuelva a inundar.
Es costurera y con el desbordamiento del río perdió mucha mercadería confeccionada, que ya tenía por entregar a sus clientes. Varios afectados todavía están en el albergue Juan XXIII. Anny Solórzano, coordinadora de ese lugar, explicó que allí hay 6 familias de Alluriquín, que incluye a 8 niños, 10 mujeres adultas y 4 hombres. Contó que llegaron aterrados y que hasta ahora lloran cada que vez que llueve, hay truenos o vientos fuertes. De allí que les brindan apoyo o asesoría sicológica. Los albergados reciben terapias para que puedan estabilizarse emocionalmente.
Según Solórzano, los ayudan a proyectarse en el futuro con la ayuda de una psicóloga clínica y 3 educativas. Asegura que la situación emocional de esas personas es complicada, por lo que prefiere que ningún medio de comunicación les pregunte sobre los hechos y reaviven la amarga experiencia que han tenido que afrontar. El temor es similar en varias familias, sin embargo, muchas de ellas coinciden en señalar que quieren seguir viviendo en el lugar y no ser reubicadas.
Según Édison Ordóñez, de la Unidad de Policía Comunitaria de Alluriquín, conjuntamente con miembros del ECU911 ayudan a los moradores con buses para que puedan evacuar cada vez que así lo requieren. El lunes en la noche, por ejemplo, empezó a llover fuerte y muchos habitantes se asustaron y pidieron ser evacuados ante el temor de que vuelva a represarse y desbordarse el río. Algunas personas que perdieron sus casas están temporalmente instaladas con familiares del sector, otros han sido ubicados en el albergue, cuyo lugar se ha convertido en el nuevo hogar para estas familias: todos participan de actividades como cocinar y limpiar. En cambio, los niños tienen horarios para realizar actividades lúdicas.
Alrededor de 80 viviendas y negocios resultaron afectados, 18 de ellos resultaron totalmente destruidos, especialmente los que estaban ubicados en las orillas. Algunas calles internas de Alluriquín fueron rellenadas para que vehículos y personas puedan circular, pero cuando llueve nuevamente se bloquean con el lodo. Además, tienen problemas con la dotación de agua potable, pues el río destruyó las tuberías de los barrios Central y Piedra Grande.
Según Ordóñez, se construyó un muro de escolleras provisional en la zona afectada del barrio Central para evitar que el río se vuelva a desbordar. Mientras tanto, la vía Alóag-Santo Domingo, importante paso de vehículos de carga y pasajeros que une a Sierra y Costa, también se ve afectado por las nuevas lluvias y deslaves, lo que afecta aún más al comercio en Alluriquín. Si bien en las últimas horas fue habilitada a la circulación, tras permanecer cerrada desde el lunes pasado, el Consejo Provincial de Pichincha analizaba ayer la situación y no descartaba declarar la emergencia vial en esa zona.