El autor confeso de la muerte de Angie Carrillo, reportada como desaparecida el 28 de enero de 2014, será procesado por asesinato de acuerdo con el Código Penal anterior. La causa se inició cuando aún estaba vigente esa normativa que no tipificaba el femicidio.
La última fiscal que investigó el caso, Paola Solís, precisó que el sindicado Bryan V., de 22 años, quien era novio de la joven, negaba su participación en la desaparición. Pero eso cambió al concluir la reconstrucción de los hechos, efectuada el martes 3 de mayo, donde el sospechoso estuvo presente.
En ese momento llamó por teléfono a la fiscal porque quería confesar. La funcionaria lo recibió en su oficina, a las 21:00, con los agentes de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased). El implicado contó detalladamente cómo cometió el crimen.
El coronel Víctor Aráuz, director de la Dinased, explicó que los agentes comprobaron la ruta técnica de los últimos momentos de la joven basada en las comunicaciones telefónicas efectuadas el día que desapareció.
Todos estos hechos y otros más fueron confrontados con el sospechoso durante las 6 horas que duró la reconstrucción, que inició en la mañana con la verificación del arribo de la joven a la terminal de buses de Carcelén, pues los investigadores determinaron, con el análisis de la lista de pasajeros, que Angie llegó desde Riobamba, donde residía, a ese lugar la noche en que desapareció. Allí Bryan la recogió. La confrontación a la versión que rendía el sospechoso en la reconstrucción, “al final lo quebrantó y decidió confesar. Durante los 2 años que los agentes investigaron el caso hablaron con el sindicado, más de 10 veces, y en todas negaba su participación”, aseguró Aráuz.
El sindicado llevó a los agentes hasta el sitio que sepultó a la víctima y detalló que la noche que Angie llegó a Quito la recogió en un carro de propiedad de su padre. En el trayecto a la vivienda, presuntamente, discutieron porque Angie quería terminar la relación. Justo cuando pasaban por una quebrada de la zona se bajaron del auto y en ese momento el autor confeso la estranguló y la golpeó con una piedra en la cabeza. Después arrastró el cuerpo al desfiladero y lo enterró. Luego utilizó el celular de la víctima para enviar mensajes al suyo con la idea de fraguar la coartada.
Al final destruyó el teléfono. La madre de la joven, Yadira Labanda, contó que el asesino era amigo de su hija desde que ingresaron al colegio, en Lago Agrio, donde vivían. Casi al finalizar la secundaria formalizaron su relación, pero Angie decidió ir a Riobamba para estudiar medicina, mientras que Bryan se matriculó en la Universidad en Quito para seguir arquitectura. “Cómo le pudo pasar esto a mi hija, era una buena niña”, manifestó la progenitora con voz melancólica. A pesar de que la angustia de no saber el paradero de su hija terminó, ahora su pedido es que se imparta justicia y el culpable sea castigado.
La madre llevó el cuerpo de su hija a Lago Agrio, una vez que se hizo la autopsia. En ese cantón fue sepultada en el cementerio local, ayer por la tarde. El coronel Aráuz indicó que los casos de desaparecidos son investigados hasta que aparezca la persona. “Es importante la colaboración de la familia para determinar la actividad social, ya que eso ayuda mucho a ubicar a la persona”.